nota bene > Fran Domínguez

Perplejo > Fran Domínguez

Uno asiste por la vida a momentos presididos por la más absoluta perplejidad, con acontecimientos o situaciones que te confunden hasta la saciedad, llegando, la mar de las veces, a rascarte la cabeza como un infante dubitativo a ver si, al menos, por estimulación neuronal, intentas comprender o asimilar lo que observas. La política, y más en estos infaustos tiempos que corren, ayuda a alentar ese estado de perplejidad permanente al que están sometidos los ciudadanos. Lo estamos viendo de manera más que diáfana en Cataluña, donde supongo que cualquier hijo de vecino con un mínimo atisbo de sentido común mira atónito, cuando no impotente, lo que ocurre a su alrededor. Y es que malos políticos pastorea este país cuando en lugar de contribuir a resolver los problemas, los incrementan torticeramente. Dejando de lado los sentimientos y pulsiones de cada uno -nacionalistas, independentistas, españolistas y demás istas-, respetables todos, siempre que se respeten entre ellos, las derivas en un sentido y en otro suelen acabar igual: con el barco tocado y hundido. La ceguera y el oportunismo se dan cita en una Cataluña que, en definitiva, y a pesar de los pesares, arrastra, con mayor o menor incidencia, los mismos problemas que padecen otros territorios. Ceguera política de unos, por no saber dar cuerda a determinadas y legítimas aspiraciones y dejar tensarla sin poseer la suficiente cintura de Estado, bien por miedos atávicos o por complejos insuperados. Oportunismo de otros, por subirse a un peligroso carro que conduce a una polarización social innecesaria para intentar sacar un mísero rédito electoral, aun a sabiendas de entrar en un laberinto de difícil salida. Y en medio de este mar grueso de perplejidad, los de siempre: la sufrida y poco ponderada ciudadanía, a quien lo único que le importa es salir de una vez de este pandemónium llamado crisis. Lo dicho, perplejo…