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Los que se van – Por Jorge Bethencourt

El prestigio de la política hoy se puede describir en la parte de atrás de un sello de correos. Y sobraría espacio para escribir El Quijote. Así que lo extraño no debería ser que alguien advierta que se va de un cargo público, sino lo contrario.

En este contexto, la dimisión de Julio Pérez no me parece una anomalía, sino una consecuencia lógica de los tiempos que corren. Pérez ha dicho que se trata de una decisión basada en razones “estrictamente personales” que es como cuando los canarios dicen “subo para arriba” o “bajo para abajo”. Una redundancia. No veo yo a alguien tomando una decisión como esa basada en razones impersonales.

Lo divertido es el espasmo que ha causado la marcha del líder del PSOE en Santa Cruz. Hay políticos con una trayectoria que no se podría seguir ni a través de un programa especial de Google Maps que han calificado la salida de Julio Pérez como una traición a su partido y a los ciudadanos de Santa Cruz. Manda huevos, que diría el eximio Trillo. Más allá de la situación personal de Pérez, hay que relacionar las decisiones de los tres concejales del PSOE -Arocha, Molina y el propio Pérez- con la situación del partido en Tenerife, metido en una guerra interna de poderes confrontados. Hay que relacionarlo con que estar hoy en la política es un sin vivir, administrando miseria, haciendo milagros de gestión, soportando patadas en los tobillos de una caterva de demagogos y expuesto a la crítica de cualquier indigente mental. Y hay que relacionarlo, por último, con que a Pérez, que fue secretario de Estado de Justicia (esa antinomia española) le ha pasado como si a Cristiano Ronaldo le pasaran de jugar en el Madrid a pegar patadas en la Unión Deportiva de Calzadillas de Arriba.

Los partidos políticos de hoy favorecen el crecimiento de la mediocridad intelectual. Sería injusto decir que todos los que se mueven en el aparato son obsequiosos rebenques, pero una gran parte de la vida orgánica de los partidos es realmente inorgánica. Lo normal es que la gente que tiene encendida la luz de cruce acabe por salir por patas si fuera de la vida pública le espera una vida profesional con ciertas expectativas. Ayer el Congreso de los Diputados estaba blindado como un castillo medieval ante la convocatoria fantasma de una manifestación para rodear a los representantes de la soberanía popular. Si alguien cree que no es normal querer mandar al carajo todo esto es que no lo ha pensado bien.

@JLBethencourt