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No a la sumisión > Víctor Corcoba Herrero

Cualquier avance, por ínfimo que nos parezca, en materia de educación para todos debemos celebrarlo y extender dicha ovación por todo el mundo. Ahora bien, educar es uno de los términos que más se ha prostituido. Por desgracia, en muchos países se adoctrina más que se educa; se propone el sometimiento a una clase dirigente que no siempre tiene actitudes ejemplares. No olvidemos que la mejor manera de transmitir valores humanos es predicar con el ejemplo, y el modelo ha de ser un buen ciudadano. Cada uno tiene que desarrollar su propia vida, alfabetizándola acorde a su desarrollo, de manera que pueda vivir conviviendo y vivir desviviéndose por su misma estirpe. ¡Qué menos! En otras naciones, el objetivo es generar obediencia al poder, como si la educación fuese una doma a la persona, cuando de lo que se trata es de ahondar en el aprendizaje de lo que somos para luego poder discernir y, así, poder luego ser gobernados por nosotros mismos. Aprender a reflexionar es una sana virtud: uno tiene que labrarse su futuro y conocerse meditando sobre su propio sentido existencial. Únicamente, de este modo, se puede entender el mundo. Por lo pronto, urge que retornen a sus moradores tantas dignidades perdidas en los últimos tiempos. También, en otros lugares del planeta, aún no ha llegado la alfabetización, algo que resulta esencial para erradicar la pobreza y recobrar la libertad del ser humano como tal. Ciertamente, la realidad es la que es, y son muy pocas las culturas que transmiten una educación por y para la ciudadanía, libre de ataduras, capaz de obtener del educando lo mejor de sí mismo. La cuestión no radica en saber muchas cosas, sino en saber utilizar esas cosas, en beneficio de la colectividad. Ahí reside la auténtica alfabetización, en la manera de ayudarse las personas entre sí ante tanta diversidad, en comprender lo que es la vida a través de las más amplias ventanas y en dejar vivirla, en poder ascender, en definitiva, a la autonomía y no vivir en la continua sumisión.

Es verdad que, desde hace más de cuarenta años, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), nos viene recordando a todos que la educación es un derecho humano imprescindible para la convivencia. Precisamente, el 8 de septiembre se viene conmemorando el día internacional de la alfabetización, este año bajo el sugerente lema de cultivar la paz. Desde luego, un pueblo que sabe recapacitar está preparado para comprender a cada ciudadano según su individualidad, mucho más que otro que no entiende de razonamientos. Ya lo dijo, en su tiempo, Descartes: “La razón o el juicio es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales”. Está visto que todo cuanto hemos madurado nos lleva a una comprensión más verdadera. Quien no entiende un abrazo tampoco entenderá una larga explicación. Así de claro.