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El tabú de la seguridad

Hay asuntos en la vida de las Islas que siguen siendo tabú o que se comentan con la boca pequeña cuando salta a la palestra de lo público alguna referencia a ellos, generada, como es el caso que nos ocupa hoy, con cierta torpeza. Hablamos de las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José María García-Margallo, a cuenta de la posible creación al norte de Malí de un estado controlado por esa entelequia terrorista llamada Al Qaeda, dejando caer, como un verso sin rima, que Canarias está a “tan solo” 1.300 kilómetros. Al margen de la lección geográfica de Margallo, poco más añadió sobre el asunto, pero la mera mención del terrorismo unida a Canarias ha generado titulares periodísticos y causado un posible daño a ese hilo tan fino que es el de la imagen turística del Archipiélago, que, más allá de una climatología excepcional, vende al mundo un paraíso de seguridad. No es que creamos que la cuestión planteada por el ministro sea baladí, todo lo contrario, pero las formas de elevar a la actualidad y a lo público materia tan delicada no deja de sorprender en el que se supone jefe de la diplomacia española.

En cualquier caso, la relación de poderes en el norte de África, los conflictos larvados o poco publicitados que se desarrollan al sur del Magreb, las alianzas de países europeos -incluida España- con unos u otros bandos, el ascenso del islamismo radical, las penurias de los pueblos y etnias que habitan países que en muchos casos fueron creados por el artificio del colonialismo del siglo XIX, y, en general, la realidad del continente donde se ubica el Archipiélago, es como si no existiera o no tuviera importancia para Canarias; siendo uno de esos asuntos que, entre susurros, nadie quiere tratar por aquello del temor a que se abran puertas a un debate muy complejo. Y es razonable que se haga así, si atendemos al dardo lanzado por el ministro de Exteriores. Sin embargo, entendemos que la situación política africana no debe estar al margen de las Islas y sus gobernantes. Esa referencia que hace Margallo a la segregación de Malí es un tema que se está analizando en el seno de las organizaciones europeas y militares, entre las cuales se incluye la OTAN. No hace falta ser analista en relaciones internacionales para, con un mapa en la mano, discernir que Canarias es, desde el punto de vista estratégico y militar, pieza clave para el control de esos estados radicales que afirma Margallo están anidando a unos kilómetros de las Islas. Pero si repasamos los asuntos de importancia que el Gobierno de Canarias está constantemente elevando, por ejemplo, a la palestra europea, nunca aparece entre sus reivindicaciones, no ya una solución a un problema que, al parecer, desconoce, sino información al respecto. Eso sí, cuando comenzó aquella oleada de pateras y cayucos arribando a las playas de las Islas se originaron paranoias sobre el traslado de terroristas en esas embarcaciones, dejando a un lado que la miseria y el hambre, sobre todo el hambre, era lo que movía aquella tragedia humana; pero acabado el drama…ya no hubo más preguntas.

Las migraciones internas en África y la presión (cuando no ayuda económica) a los países puente hacia Canarias, Andalucía, Lampedusa o Malta ha hecho disminuir el flujo de cayucos y pateras, pero, a su vez, se ha generado una bolsa de población nómada y apátrida que es caldo de cultivo para el radicalismo (islámico o de cualquier tipo) y que está en el origen de esas guerras y divisiones de estados. Dejando a un lado a Malí, que parece el caso más evidente y que preocupa a Europa y Estados Unidos, no hay que olvidar a los saharauis, que llevan treinta años a la espera de que el mundo les deje de dar la espalda. Existe ya una generación completa de saharauis que se ha criado en campos de refugiados con la leyenda de un país propio donde la frustración hace mella y la desesperación empieza a ganar terreno a la cordura que ha imperado hasta ahora. Siempre se dijo con letra pequeña en la crónica internacional, pero hay que recordar que en los secuestros de cooperantes en el Magreb se ha llegado a vincular a varios miembros del Frente Polisario con esas acciones. Y ahí sí que Canarias no puede seguir en el limbo dadas las implicaciones sociales e históricas del Archipiélago con el Sáhara.

Por tanto, señalando la torpeza de García-Margallo, pero sin obviar que en el fondo de su desafortunado discurso de esta semana hay una cuestión relevante para el futuro de los canarios, hay que demandar de las autoridades españolas e isleñas que, por un lado, se trate con el debido rigor el análisis de las consecuencias para Canarias de los movimientos políticos en África y que, por otro, se aliente a quien corresponda a que no se le dé la espalda a todo un continente y que solo nos acordemos de él cuando suponga un problema. Porque de ser así, seguiremos obviando el origen de todos esos conflictos: la desesperación de miles de personas que sí que están a unos centenares de kilómetros de nuestras envidiadas costas.