No todo se compra > Arun Chulani

Hay momentos en los que la vida nos tiene preparada una sorpresa. No suele ser algo usual, no sucede todos los días: aparece alguien que será especial en nuestra vida.

Personas. Cada una que aparece por nuestra vida forma algo dentro de ella. Las hay que son indiferentes, de esas que conoces y se quedan en un hola y un adiós. Irrelevancia sin mal deseo, no son fundamentales para vivir. Otras, en cambio, el saludo no busca su final; son personas que llegan al colosal órgano que entendemos como corazón para quedarse, hacerse un hueco y dejar su huella.

Las personas especiales son importantes para ti. Quizás no lo son para otros, es normal. Es un sentimiento propio. Un sentimiento que se combina con las experiencias positivas y negativas que se viven, con la alegría y el llanto. Y es que solo son estas personas las que hacen del tiempo, segundos; las que te aportan todo con solo mirarte; emociones a flor de piel con una lágrima. Son ellas quienes hacen de ti lo que eres, quienes dan sentido a tu vida.

Familia, amigos, parejas. La familia te toca; a los demás, los eliges. Cual flores que necesitan ser regadas para crecer, los lazos afectivos humanos que tenemos son igual de frágiles. Desde que la semilla está en la tierra necesita un cuidado. Desde un primer contacto, también. Si de verdad esa flor es importante, esa persona es relevante, cuídala. Mímala, quiérela. No caigas en el error de pensar que te has ganado el amor y no has de hacer más, porque esa flor se marchita, hasta tal punto de perderla. Por más veces que la hayáis escuchado, he de hacer mención a la frase “Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”. Cierta. O quizás la verdad es que sí que sabemos lo que tenemos, pero no pensábamos perderlo.

El gran Albert Espinosa relata en uno de sus libros que encontramos doce perlas al año, doce personas que marcan ese año, y unos cuantos diamantes en toda la vida. Bonita teoría. Perlas, diamantes. Perlas que se hacen diamantes. Personas que se vuelven esenciales. Está claro que desde que empezaste a leer este artículo no has dejado de pensar en alguien o, afortunado tú, en más de una persona. Tus diamantes. Lo reconozco: yo, mientras escribo, también. La mayoría de las cosas de esta vida se pueden comprar: afortunadamente, gente como tú que hace grande a otros, no.