opinión >

La UE, el rescatador rescatado > Ignacio González Santiago

Europa está a punto de reventar y nadie parece darse cuenta. Detrás de Irlanda, Portugal y Grecia, desfilarán inevitablemente por el corredor de la muerte España e Italia, dos de las mayores economías de la Unión Europea (UE), la cuarta y la tercera, que arrastrarán a Francia, la segunda, hasta el Big Bang definitivo, cuando caiga Alemania, que no termina de recuperarse por el frenazo de sus exportaciones, debido al retraimiento de la demanda exterior del resto de los países de la UE, sus clientes más importantes, afectados gravemente por la crisis económica. Los veintisiete estados miembros de la inconclusa e inestable Unión Europea navegan a la deriva, cada uno por su cuenta, realizando políticas fiscales diferentes, e incluso, muchas veces contradictorias, como si no fueran partes integrantes de la misma UE. Pero lo son y por lo tanto sus decisiones fiscales afectan a toda Europa. Las llamadas instituciones europeas, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, o sea, Alemania, o mejor dicho, Merkel, sólo actúan cuando un país está al borde del colapso económico y el agujero es tan grande que puede arrastrar a la propia UE. Entonces, ofrecen a la pobre víctima, que ya está hundida, el rescate, una ayuda económica envenenada, siempre tarde y mal, porque las medidas impuestas son tan traumáticas que reciben el más rotundo y enérgico rechazo social, ya que se adoptan cuando la gente lo está pasando peor. Al parecer, la UE no se ha dado cuenta aún de que tiene un gravísimo problema, porque las actuales dificultades económicas de los estados miembros son también de Europa. La razón es que, aunque parezca mentira, la UE, después de sesenta años, no tiene una política fiscal común. La condiciones iniciales para la convergencia europea, y en especial, el déficit y la deuda pública de los estados miembros, que exigió el Tratado de Maastricht, se relajaron en los últimos años, sin que ningún organismo público europeo las controlara ni advirtiera del desastre que se avecinaba. La paradoja es que el descontrol fiscal afecta al euro, por lo que es urgente dar un paso en la construcción sexagenaria de la UE y convertir esta confederación imperfecta de estados en una verdadera federación política, la Federación de Estados Europeos. Una federación que establezca una política fiscal común y emita una sola deuda pública europea, para que todos los estados se financien al mismo precio y no emitan sin control cantidades ingentes de deuda soberana, que luego produce tensiones inflacionistas en toda Europa, al aumentar la masa monetaria en circulación. Si no lo hacemos, Europa estallará ineludiblemente y habrá un caos político, social, económico y monetario similar al que se produjo tras la caída del imperio romano, y… ¿quién rescatará al rescatador?

*Presidente federal del CCN, abogado, economista, MBA y diputado regional / @ignaciogonsan