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Apoyar a Hugo Chávez> Por Ramón Trujillo*

Peter Ustinov mostró al Diablo enfadado con Dios porque, según le decía, la gente le confundía con él constantemente. Quizá, si no existieran las factorías de opinión pública de los grandes medios de comunicación, el Diablo imaginado por Ustinov habría estado de mejor humor. En cualquier caso, sin los grandes medios de comunicación, quien sí tendría motivos para andar aún de mejor humor es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. En 2008, cuando la CNN anunció que el presidente venezolano “sacaría los tanques a la calle”, si la oposición ganaba las elecciones, Chávez pidió a la corresponsal en Caracas que emitiera su declaración completa. Pues había dicho que, “si la oposición ganaba gobernaciones” y trataba “de convertir estados en bases para el golpismo, la violencia y el separatismo, pues yo tendría que sacar los tanques”. Chávez tampoco prohibió Los Simpson, como contó la prensa internacional, cuando las autoridades venezolanas exigieron que se emitiera fuera del horario infantil.

En 2007, El País acusó a Chávez de rearmarse “hasta los dientes” y El Mundo tituló: “Chávez realizará la mayor inversión con fines bélicos de los dos últimos años en Latinoamérica”. Según señala el periodista Pascual Serrano, en su libro Desinformación, el gasto militar de Venezuela era el 1,4% de su PIB, frente al 1,9% de media latinoamericana. También en El Mundo se pudo leer que “Chávez es uno de los contados mandatarios que apoya los planes nucleares de Irán”. Pues bien, un año antes, los 117 países integrantes del Movimiento de No Alineados apoyaron el programa nuclear iraní, es decir, la mayoría de los estados existentes. En abril de 2002, cuando Chávez fue efímeramente desalojado del poder, por un golpe de estado que fracasó, El País lo culpó por la matanza de manifestantes en Caracas. Veinticuatro horas después, el fracaso del golpe evidenció las mentiras del diario, que ya no atribuía al presidente los asesinatos, sino a “enfrentamientos entre partidarios y adversarios suyos”. Según El País, el 13 de abril Chávez era un “caudillo”, un “autócrata peligroso” y el golpe de estado había ocasionado un “alivio mayoritario”. No obstante, el 15 de abril reconocía que “cuenta con el apoyo de una mayoría de la población”.

Según el Latinobarómetro, en 1998, cuando Chávez ganó sus primeras elecciones, sólo el 35% de los venezolanos se sentía satisfecho con la democracia, frente al 37% de los latinoamericanos. En 2007, la cifra había aumentado al 59% -frente a idéntico 37% de latinoamericanos- y, en España, los grandes medios seguían despreciando el carácter democrático de un gobernante que obtenía mayorías, que jamás tuvo ningún presidente español, desde la Transición.

A menudo, se ha utilizado la retirada de la licencia a Radio Caracas Televisión (RCTV), cuando caducó en mayo de 2007, como ejemplo de la censura efectuada por el Gobierno de Chávez. Sin embargo, dejando a un lado el hecho de que RCTV respaldó el golpe de estado contra el pueblo venezolano, en 2002, lo cierto es que la pérdida de licencias de emisión es más común de lo que pudiera parecer: el quincenal Diagonal recopiló 236 ejemplos de clausuras, revocaciones y no renovaciones de radio y televisión en 21 países, incluyendo EE.UU. y la UE. Tal y como muestra un estudio sobre las audiencias televisivas en Venezuela, elaborado por Mark Weisbrot y Tara Ruttenberg, en 2010, las televisiones públicas de Venezuela sólo tenían el 5,4% de la cuota de audiencia y más del 94% de la audiencia correspondía a canales privados que, en su mayoría, eran hostiles al Gobierno. En Venezuela, los opositores a Chávez tienen mucho más espacio televisivo que los partidarios del presidente venezolano en los medios de ámbito estatal de España.

La campaña permanente de descrédito contra el Gobierno de Chávez ,que desde 1999 mantienen importantes medios de comunicación, ha generado una visión muy negativa de lo que ocurre en Venezuela en amplios sectores de la ciudadanía. Y, por supuesto, el Gobierno de Hugo Chávez ha cometido errores y cosechado fracasos, por ejemplo, en su lucha contra la inseguridad ciudadana. Sin embargo, algunos episodios graves de su etapa de gobierno son responsabilidad de sus adversarios, como la huelga petrolera, que tuvo lugar entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, causante de la caída del 29% del PIB.
Un reciente informe de dos economistas del Center for Economic and Policy Research, Mark Weisbrot y Jake Johnston, nos muestra algunas de las razones del gran apoyo de que goza Chávez entre los venezolanos. De 1999 a 2011, el porcentaje de hogares en la pobreza se redujo del 42,8% al 26,7% y el gasto público social pasó de representar el 12,8% del PIB al 22,8%. Después del sabotaje petrolero y hasta que la crisis mundial llegó a Venezuela, entre el segundo trimestre de 2003 y el primero de 2009, la economía del país creció el 96%. En 2011, una vez superada la crisis, el gobierno venezolano ha sido capaz de construir 147.000 viviendas y prevé otras 200.000 para este año. El desempleo pasó del 15% al 8,5%, entre 1999 y 2012, mientras que el salario mínimo se ha convertido en el segundo más alto de América Latina. El número de personas que perciben una pensión pública pasó de 475.000 a 1.900.000. La desigualdad se ha reducido y el índice de Gini pasó de 0,469, en 1999, a 0,390 hace un año. En el período 1999-2007 Venezuela incrementó la plantilla pública de médicos de atención primaria de manera espectacular, pasando de 1.628 profesionales a 19.571. Esto supuso que millones de personas se beneficiaran, por primera vez, de asistencia sanitaria pública y que, por ejemplo, cientos de miles de venezolanos recuperaran la vista gracias a la campaña de operaciones llevada a cabo por el Gobierno. El número de estudiantes de educación primaria se incrementó desde los 271.000 del curso 1999-2000, al 1.098.400 del curso 2005-2006. En ese período, la cantidad de estudiantes en la educación superior se incrementó en el 86%. Los éxitos de Venezuela en educación y erradicación del analfabetismo han sido reconocidos por la Unesco.

La Venezuela de Chávez se ha convertido en un actor clave en América Latina para limitar la injerencia estadounidense en la región. Junto con otros países latinoamericanos está dando una respuesta al fracaso de las políticas neoliberales y atendiendo las necesidades de las mayorías sociales. Chávez también ha denunciado con fuerza las intervenciones militares de Washington en Oriente Medio y ha retirado a su embajador en Tel Aviv cuando Israel perpetró una matanza de cientos de civiles en Gaza. El presidente ha logrado impulsar una política exterior propia y ahora Venezuela posee una relevancia internacional que el país nunca había tenido. Está contribuyendo de forma notable a la creación de un espacio común, entre estados y ciudadanos progresistas, para impulsar políticas de redistribución de la riqueza y de democratización de las relaciones internacionales y dentro de los propios estados. Por lo tanto, no debiera sorprender que tenga, por una parte, tantos apoyos y, por otra, enemigos tan poderosos.

*COORDINADOR DE IZQUIERDA CANARIA UNIDA