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Acoso

REBECA DÍAZ-BERNARDO | Santa Cruz de Tenerife

BESO FIN II GUERRA MUNDIAL

Hace unos días leí un artículo en una revista en la que se estaban echando las manos a la cabeza porque resulta que en una web feminista hay una blogger británica conocida como Leopard que ha declarado que la foto que ilustra hoy nuestro espacio es un auténtico asalto contra la libertad sexual. La foto en cuestión de un marinero besando apasionadamente a una enfermera, fue tomada en Times Square en Nueva York, hace casi 70 años, el día en que se anunció el final de la Segunda Guerra Mundial.

Durante todo este tiempo ha sido conocida mundialmente como un icono de la cultura americana. Sin embargo, lo largo de la segunda mitad del siglo pasado fue un documento gráfico que, sin saber a ciencia cierta de quiénes se trataba, se proclamaba como uno de los momentos más románticos jamás captados y que, además, mostraba al mundo la alegría en las calles por el final de una contienda que había acabado con la vida de millones de personas.

Hasta aquí todo va bien. Pero es que resulta que en los años 80 a la propia revista que publicó esa foto por primera vez, se le ocurrió la idea de buscar a los protagonistas de esa y otras portadas memorables de la época, y el romanticismo acabó justo ahí porque aunque parece ser que desde entonces hubo un revuelo bestial porque cientos de veteranos de guerra y de antiguas enfermeras aparecieron a reclamar su derecho de ser ellos quienes habían inmortalizado el momento, en los años venideros se vino a saber que el marinero en cuestión estaba más que achispado en ese instante, que la enfermera pasaba por ahí y que el beso había sido algo totalmente espontáneo, por parte de él, inesperado, por parte de ella, y más que celebrado por quienes lo presenciaron, incluida la novia formal del marinero que aparece también, muerta de la risa, a la izquierda de la imagen, más o menos detrás del brazo derecho de él.

Y es que en su afán por descubrir si aquel beso había sido el preludio de un largo y hermoso matrimonio, uno de tantos que se fraguaron durante la guerra, y deseosos por conocer a una pareja de octogenarios que contaran en sus páginas lo maravilloso que había sido todo aquello, se llegaron incluso a utilizar técnicas forenses de esas que descubren a un asesino solo con una huella de bota y a expertos que analizan las posturas y los gestos, y he aquí que lo que encontraron fue la quinta pata del gato, porque si miras atentamente verás que el brazo derecho de la enfermera sujeta un pequeño bolso de mano y está colocado justo entre los cuerpos de ambos, y, por otro lado, su brazo izquierdo cuelga totalmente laxo a un lado, mientras que el marinero la abraza como el pulpo y le hace una especie de llave de judo inmovilizándole la cabeza…

Total, quedó completamente claro que aquel filetazo era entre dos personas que no se conocían de nada porque evidentemente ella no estaba participando del tema en absoluto, y en cuanto salió a la luz la identidad de ambos, también se supo que después de aquel instante cada uno siguió su camino, el marinero se casó con la chica que aparece detrás en la foto, y que aunque se han vuelto a encontrar otras veces con motivo de actos conmemorativos de la contienda, nunca lo han vuelto a repetir.

¿Y ahora es cuando resulta que el morreo jubiloso de un tipo que había sobrevivido a la guerra y que acababa de escuchar por los altavoces en la misma calle que el conflicto había terminado, es considerado como acoso sexual en toda regla y lo más probable es que al pobre señor le amarguen lo que le queda de vida haciéndole pensar que violentó a una dama y a todo el género femenino por haberse puesto más contento de la cuenta?

Señoritas, por favor, me gustaría saber, entonces, si el beso de Íker a Sara fue acoso laboral, porque aunque evidentemente se conocen y son novios, ella estaba trabajando cubriendo el mundial de fútbol y él le hizo la misma llave de judo mientras ella sujetaba el micro y la pilló tan de sorpresa y sopetón como al resto de los telespectadores, ¿no?… ¡Un poquito de por favor!