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El acusado reconoce que tuvo sexo con la víctima, pero asegura que no la mató

EFE | Las Palmas de Gran Canaria

El acusado de asesinar violar y robar a una mujer colombiana en Las Palmas de Gran Canaria en 1994 ha defendido hoy que, si las pruebas de ADN lo relacionaron con el crimen 16 años después, fue porque mantuvo relaciones sexuales con ella, pero ha negado en todo momento que la matara.

El procesado, para quien el fiscal solicita una pena de 38 años de cárcel y su abogado la absolución, ha reconocido ante la Audiencia de Las Palmas que es un “putañero”, aunque también ha insistido en que “es incapaz de matar a nadie” y que ni siquiera sabía que la víctima, Yolanda Tabares Gil, había fallecido la madrugada del 15 de enero de 1994.

El acusado, Miguel Isidro M.H., de 45 años, que ha indicado que tiene problemas de memoria, no recuerda si la última vez que mantuvo relaciones con Tabares Gil fue en una pensión o en el edificio donde vivía la víctima y donde fue hallado su cadáver, si bien ha explicado que durante casi once meses se vio con ella con una frecuencia de unas dos veces al mes y que él pagaba por sus servicios sexuales.

El procesado, quien ha precisado que nunca empleaba preservativos, con anterioridad señaló al tribunal que la última vez que estuvo con la víctima tuvieron sexo el ascensor del edificio, porque de esa manera se ahorraban la pensión, ya que ese día no disponía de suficiente dinero, pero al concluir el acto, él se marchó a su casa y ella se quedó en el ascensor.

Así mismo, ha manifestado que los encuentros con la fallecida se producían entre las nueve y las diez de la noche, y no más tarde porque debía regresar a su casa, donde le esperaba su mujer.

Según el fiscal, José Antonio Díez, el acusado abordó a la víctima en el edificio de apartamentos de la calle Torres Quevedo, donde ésta residía, sobre las cinco de la madrugada, cuando la violó y estranguló y le arrebató un anillo y 5.000 pesetas en efectivo.

El abogado de la defensa, Juan Jesús Rodríguez, ha señalado a los periodistas que el hecho de que su cliente mantuviera relaciones sexuales con la víctima la noche anterior a su fallecimiento es una prueba “insostenible, porque no es contundente ni siquiera indiciaria”, porque cuando la estrangularon ya podía tener el semen dentro.

A juicio de Rodríguez, el acusado “tuvo la mala suerte de estar en el sitio erróneo en el momento erróneo”.

Además, ha apuntado que una colombiana que residía en el edificio vio cómo mataban a Yolanda Tabares, pero a los pocos días del suceso abandonó España, y que existe un informe de un comisario en el que se recoge que fueron varias personas las que acabaron con su vida.

En la sesión de hoy, también ha declarado ante el tribunal el hijo de la fallecida, que fue quien halló sobre las 09.30 horas su cadáver, que, según ha detallado, estaba boca arriba y desnudo en un descansillo de las escaleras, y junto a su cuerpo estaba su ropa “doblada y bien colocada”.

El acusado, con dos sentencias firmes de 1989 y 1994 por sendos delitos de robo con intimidación, fue arrestado en 2009 como presunto autor de un delito de robo con violencia, por lo que se tomó su muestra de ADN, que coincidió con el hallado en los restos biológicos de Yolanda Tabares, que hasta 2010 no fueron procesados.

La vista oral, que juzga un tribunal convencional debido a que los hechos ocurrieran un año antes de que se aprobara la Ley del Jurado, institución competente de los delitos de asesinato, continuará mañana con la declaración de nuevos testigos.