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Adán ante la crisis > José Miguel Ruano

Se cumplen hoy dos años de la muerte del presidente del Gobierno de Canarias en la etapa 2003-2007, Adán Martín. Los que tuvieron la fortuna de conocerlo bien: su familia, sus amigos, sus colaboradores más inmediatos… apelarán hoy a su memoria por su bonhomía, por su proximidad, por su ternura como persona. Por mi parte, guardo en lo personalísimo esa consideración que no quiero constituya el objeto de este artículo.

En estos momentos de depresión económica, en los que al que ejerce la política, bien o mal, se le ubica en el imaginario colectivo como miembro de una clase privilegiada y responsable de un creciente desánimo social, es necesario contribuir al ejercicio desinteresado y de entrega a los demás con criterio, sobre principios, valores y acciones de apelación a la felicidad como hizo Adán Martín. Es de ese legado político, de su estilo ético y de su modo de entender Canarias como tierra única del que nos sentimos deudores.

Déficit, deuda pública, estabilidad, balanza fiscal, rescate bancario, el MEDE, el FROB, FLA, prima de riesgo… la sociedad asiste, agobiada por una jerga incomprensible, a una condena de culpabilidad que la penaliza con recortes sucesivos de derechos sociales, aumenta sus cargas impositivas, paraliza la economía y -en su peor expresión- con el desempleo. La mayoría es consciente de que en una economía globalizada y en la Europa del euro, España debe realizar un ejercicio de equilibrio entre sus ingresos y sus gastos pero no comprende -con razón- la magnitud de los sacrificios y mucho menos la falta de horizonte.

En Canarias, a pesar del elevado cumplimiento de los parámetros de déficit y deuda pública, las cifras de paro se desbordan y la uniformidad -y en ocasiones la torpeza- de las decisiones estatales nos aleja y nos aísla más de los centros de decisión de España.

En ese escenario la trayectoria vital y política de Adán Martín desde que enfermara por primera vez en 1999, cuando era vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda, debe animarnos a afrontar la situación con esperanza. Esperanza como expresión confiada de que habrá un término a esta situación y, aún conscientes de que somos sujetos pasivos de decisiones macroeconómicas de la Unión Europea y del Estado, en el ámbito de nuestro autogobierno estamos obligados a hacer la tarea. La tarea inmediata de poner un suelo a los servicios públicos de Educación, de Sanidad y de Bienestar Social en un marco de evaluación de políticas públicas desde la sostenibilidad y la tarea mediata de propiciar el crecimiento y el empleo haciendo efectiva la ventaja de nuestra posición para Europa y para España en África occidental.

Adán Martín se volcó en la fijación de criterios entre costes y beneficio social (hoy imprescindible en un marco tan limitado de recursos) y en promover nuestra integración regional en ese espacio próximo africano: la promoción empresarial en los países vecinos, las políticas de cooperación, los encuentros de embajadores, la creación de Casa África… A pesar de la continuidad y el nuevo impulso de esa tarea que el Gobierno dio en 2007-2011, la crisis puede inducir al equívoco de abandonar un esfuerzo que no tiene consecuencias inmediatas, que no produce efectos a corto plazo.

Adán Martín era un planificador; un dirigente público preocupado por la fijación de objetivos en el medio y largo plazo. En julio de este año, el Parlamento se pronunció por unanimidad sobre la necesidad de profundizar en esa dirección en el marco de un nuevo Régimen Económico y Fiscal para el periodo 2014-2020.

En febrero, también por unanimidad, la Cámara había fijado los objetivos de una estrategia renovada para Canarias, como RUP de la UE, para ese mismo periodo; entre esos objetivos la inserción regional y el desarrollo de las políticas de Gran Vecindad se conforman como prioritarios.

Adán nos diría que en el debate general sobre el Estado no tenemos marco porque el Gobierno de España promueve la uniformidad y hasta la recentralización como política y abre el debate territorial que la transición política española había encauzado ; que ahí solo nos cabe sumarnos al rechazo a esas políticas que otros han de liderar.

Creo que él insistiría en que el desarrollo de nuestra relación económica y fiscal especial y nuestro estatus singular en Europa debe ser el objeto central de una negociación inmediata con contenido innovador y con las garantías políticas y jurídicas que impidan su transgresión por decisiones sectoriales o financieras del Estado.

Hagamos el trabajo, propiciemos las políticas económicas, fiscales, de movilidad y de seguridad jurídica para que el objetivo sea real y evaluable en términos de crecimiento para Canarias en el medio plazo.

En esta grave crisis padecemos las cargas de ser parte de la Eurozona. Seguiremos soportando las políticas de ajuste, de choque, durante muchos meses; mientras tanto proyectemos la ventaja de esa condición europea en geografía africana y hagamos la tarea para -como decía Adán- ganarle tiempo al tiempo y afrontar el futuro con esperanza.

José Miguel Ruano es Presidente del Grupo Parlamentario Nacionalista Canario