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Ante las tormentas… Las autoridades se blindan – Por Sergio García

El país tiembla, el pueblo se enoja y muchos optan por dar expresión a su rabia e impotencia de una manera democrática, civilizada (algunos), y con el respeto debido a los derechos fundamentales del resto de los ciudadanos, ejerciendo el derecho de reunión y manifestación que les reconoce artículo 21 de la Constitución Española. A nadie se le escapa que el país está pasando una de las peores crisis que ha tenido en su periodo democrático actual, y no me refiero sólo a la crisis económica. Hablo de una crisis de valores, estructural, organizativa y política. A diario se destapan situaciones que nos enervan, más si cabe, sobre el sueldo de ciertas personas o sobre como ocultó otra unos cuantos millones, o sobre cómo aquella se las ingenia para trabajar solo unos meses y cobrar cantidades exorbitantes de por vida, y podría seguir con más ejemplos, pero la lista sería interminable. Ante todo este panorama no nos extraña que este país haya llegado hasta donde ha llegado. Es normal.

Estamos lejos de ver el final del túnel, de hecho no vemos si no lodo y ratas. El hilo de claridad, llegará cuando se reestructure todo el entramado político de este país, todas las administraciones, puerta por puerta y despacho por despacho de manera minuciosa. Es imposible que un país pueda sobrevivir con “más jefes que indios”.

Ante toda esta situación, y ante las expectativas de que la “paz ciudadana” no solo no llegara sino que se acrecentaran las protestas (y no me extraña), las autoridades se blindan, reformando el Código Penal, castigando más duramente los desordenes públicos o a quienes alteren la paz pública, también con agravantes especificas a quienes atentaren contra ciertas autoridades. Sí veo plausible que se busque el respeto debido a los agentes de la autoridad, pero estos no son los principales protagonistas de estas reformas. Aun así, mi intención no es criticarlas. Sólo me suscitan una gran preocupación y hacen que me pregunte el hacia dónde nos dirigimos y el porqué de este blindaje. Esta es la respuesta a los hechos de un partido político que goza de mayoría absoluta en las Cortes, mayorías que nunca han sido buenas para nadie. El cabeza de lista guía al resto del grupo político (y eso que nuestra Constitución es clara en su artículo 67.2, al decir que los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo) pero, a ver quién se atreve a llevarle la contraria al jefe. Y todo esto en un país donde los principales partidos políticos no se ponen de acuerdo ni para elegir el color del papel higiénico pero, en cambio, si lo hacen “misteriosamente” para una reforma constitucional que nos afecta económicamente, abducidos por una fuerza desconocida venida desde Europa, mientras que el resto de nuestra Constitución, que tras más de 30 años hace aguas, sigue intacta por falta de consenso.

No es buena estrategia incriminar a todo aquel que defiende un cambio estructural o del sistema. Hay que acabar con el clientelismo y las corruptelas políticas o los privilegios empresariales, entre ellos los bancos. Es hora de que se escuche al pueblo a través de un proceso democrático de consulta.

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