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¿Antisistema?> Por Juan Manuel Bethencourt

El Gobierno del PP haría bien en hacer suya, o al menos intentarlo, esta sentencia, bien sencillita, del filósofo estadounidense Richard Bernstein: “Como intelectual y educador, siento que mi deber es mostrar lo que creo equivocado. Espero que haya muchos otros como yo, y muchos otros que salgan a criticarnos, y que así se fomente la discusión, para que la gente sacuda su complacencia y se dé cuenta de que lo único equivocado son las respuestas simples. Urge una fe democrática que tenga el valor de vivir con la incertidumbre, la contingencia y la ambigüedad”. Esto debe ser así porque los problemas de nuestra democracia, que por clamorosos resultan bien visibles, solamente se pueden mejorar con más y sobre todo con mejor democracia.

Lo contrario es el retorno a la caverna y la tentación autoritaria que se detecta en algunos sectores del partido gobernante, aquellos que abogan por el desplome de las estructuras institucionales a escala autonómica y local, en la convicción de que más poder en menos manos en el fondo no es tan malo siempre que esas manos son las propias. Pero así no se construye la nueva legitimidad que un sistema político en crisis, como es el español, necesita para salir adelante y erigirse en una herramienta de veras eficaz contra la otra crisis, la lacerante depresión económica, social y anímica que nos aqueja. Bien al contrario, episodios presentes, como el de las huelgas en el ámbito de la Educación, nos dicen que el Ejecutivo de Rajoy practica la contaminación del debate por la vía de su ideologización extrema. Por ejemplo, cuando se afirma que las asociaciones de padres y madres de alumnos son representantes genuinos “de la extrema izquierda”, como ha argumentado el ministro José Ignacio Wert, acaso el más intelectual miembro del Gabinete Rajoy, pero también el más tenaz, vaya paradoja, en sostener un discurso antiilustrado, cargado de prejuicios y mentiras procaces. En el fondo anida el deseo de criminalizar la disidencia, algo inaceptable en democracia, como inaceptable es la penúltima astracanada del portavoz del PP en el Congreso.

Dice Alfonso Alonso que en sus tiempos las huelgas educativas “las convocaba Batasuna”. Deleznable, y tanto más en un dirigente al que, por dramática experiencia personal, se le supone el temple para no mezclar la violencia terrorista que diezmó al PP vasco con el enfado comprensible de ciudadanos honrados. No son antisistema quienes se rebelan contra cierto estado de cosas.

@JMBethencourt