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El caso finés> Por Jaime Rodríguez-Arana*

Los países nórdicos siempre han sido, y siguen siendo así en gran medida, paladines del Estado de Bienestar. Poco a poco, con inteligencia y sentido y común, han ido eliminando las malas prácticas, hábitos clientelares y fraudes que han aparecido con el paso del tiempo a partir de un esquema dinámico en el entendimiento de esas políticas públicas. Un caso digno de estudio, y también de emulación, especialmente por uno de los países con más fracaso escolar de Europa, es de la educación en Finlandia: el país que lleva liderando desde 2000 el ranking de calidad en el informe Pisa. Este dato ha saltado de nuevo a los medios de información en estos días y no han sido pocos los que han llamado la atención acerca de las razones de tal éxito educativo.

Un éxito, por cierto, que no es más ni menos que la consecuencia del sentido común y de pensar en la mejor preparación de los alumnos. Algo que brilla por su ausencia en aquellos sistemas educativos fuertemente burocratizados que son manejados por determinados colectivos, más preocupados de no perder la posición que de la calidad de la enseñanza que se imparte a los alumnos. Para mí, el principal mérito de las autoridades educativas finlandesas reside en la dignificación de la función docente. Hasta tal punto que bien se puede afirmar que el profesorado mejor preparado, y el que goza de mayor reconocimiento social, es precisamente el de la enseñanza primaria. Ser profesor de Primaria en Finlandia es muy difícil pues se exigen conocimientos muy elevados así como aptitudes propias para la mejor transmisión del conocimiento. Tal forma de proceder es consecuencia de la gran relevancia que tiene en Finlandia la educación, política pública a la que se dedica entre el 11% y el 12% del presupuesto público.

También llama la atención, y no poco, que los alumnos empiezan a asistir a clase a los 7 años. Antes van a las guarderías. ¿Por qué se retrasa la edad de ir al colegio a los 7 años, se preguntan muchas personas? Sencillamente porque, según los expertos a esa edad, a los 7 años el proceso del aprendizaje se hace en mejores condiciones para los alumnos. Es entonces cuando absorben mejor las enseñanzas y también cuando realizan algunas conexiones mentales fundamentales para este menester. Otro dato para la reflexión. Mientras que en España los alumnos reciben una media de 875 horas en la enseñanza Primaria, en Finlandia casi no llegan a las 600. La educación pública es gratuita, comprendiendo desde el Preescolar hasta la universidad y extendiéndose no solo a la asistencia a las clases, sino también al comedor, libros y demás materia de apoyo. ¿Cuál es el secreto? Sencillo, se asume que la educación de los niños es la principal política pública, la más importante. Por eso no se repara en gastos y por eso se selecciona a los mejores profesionales. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo por estos lares?

*CATEDRÁTICO DE DERECHO ADMINISTRATIVO / jra@udc.es