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Chuletada en mi casa, ¡miren el mapa!> Por Elena Fariña Vargas*

Este fin de semana Raúl celebra su décimo cumpleaños en casa. Empleando sus habilidades y competencias con el ordenador, ha subido una imagen a su perfil de Facebook para indicar a sus amigos el lugar y fecha de la celebración. Para ello ha capturado la imagen 3D de su calle desde Google Maps y, con un programa de edición de imágenes, ha marcado con una gran cruz roja dónde está ubicada su casa.

Al igual que muchos niños de su edad, Raúl es un nativo digital. Este tipo de prácticas son muy habituales en las redes sociales. Los niños utilizan las herramientas TIC para relacionarse con sus amigos. Aprovechan las extraordinarias posibilidades de los diferentes programas informáticos, las redes sociales e Internet para conseguir logros académicos y sociales. Aproximadamente a partir de los 6-7 años, los niños empiezan a relacionarse en mayor medida con sus pares y comienzan a tener nuevas experiencias fuera del ámbito familiar. Las redes sociales se han convertido en su espacio de comunicación y utilizan este medio para reforzar sus amistades. No es algo negativo, todo lo contrario. Las redes sociales favorecen la comunicación, la interacción, el diálogo, la expresión, la creatividad, etc. Sin embargo, también pueden conllevar prácticas inadecuadas e incluso actos delictivos.

Si analizamos la situación planteada, en primer lugar, Raúl no debería tener un perfil en Facebook. Aunque le dé vergüenza, soplará solo 10 velas y el marco legal europeo determina que un menor no puede acceder a una red social abierta hasta que su tarta de cumpleaños lleve encendidas 14 velas.

Además, ha publicado información privada relativa sobre la ubicación de él y sus 23 compañeros de clase, con el consiguiente riesgo de que cualquier persona con malas intenciones se apodere de ella. En la sociedad de la información es esencial que los niños conozcan internet, así como sus beneficios y riesgos. Deben desarrollar la capacidad de discernir por sí mismos qué tipo de información, fotografías o comentarios deben publicar y cuáles no y cómo hacerlo con seguridad. El aprendizaje de los niños a la hora de proteger sus datos personales es fundamental, pero no lo adquirirán por sí solos. Necesitan un guía: sus familias. Las redes sociales no son un enemigo, pero hay que explotar sus ventajas con seguridad. Publicar el lugar y fecha de tu fiesta de cumpleaños sí; cuidar quién tiene acceso a esa información también. Esa es la clave.
Por cierto, Raúl, ¡feliz cumpleaños!

*DIRECTORA DEL ÁREA PEDAGÓGICA DE FIZZIKID