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Los comerciantes del tabaco pierden 300 euros por caja

DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife

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Productos de tabaco, en un estanco de Tenerife. | JAVIER GANIVET

La inestabilidad en los precios está llevando a la desesperación a los comerciantes del sector tabaquero de Canarias. “Es peor que invertir en bolsa”, ironizan las fuentes consultadas. Los perjuicios por el continuo abaratamiento del producto han encendido los ánimos. Más aún si cabe. Tanto es así que, aseguran, “por cada caja de 50 cartones de Marlboro” están perdiendo “una media de seis euros”. Eso se traduce en un total de 300 euros, cantidad que “en la mercancía de LM es de 250”.

No menos graves son las consecuencias para los expendedores de máquinas de tabaco, que han llegado a perder “hasta 60.000 euros en días” a causa de la “agresiva ofensiva” de las multinacionales. Los fabricantes se defienden con los datos de las ventas. La versión de las tabaqueras es que las circunstancias obligan a aplicar medidas de estímulo para que los consumidores sigan comprando.

“No nos parece mal que miren por sus intereses”, confiesan los mayoristas. “Lo que no toleramos es que nos hagan agujeros en los bolsillos”, recalcan. Por lo que ha podido comprobar este periódico, el malestar se extiende como la pólvora. “No queremos prender ninguna mecha”, puntualizan los comerciantes, “pero avisamos de que no nos quedaremos sentados fumándonos un cigarro mientras se arruina el negocio”. Incluso están dispuestos incluso a crear una asociación para velar por la “libertad de mercado”. En su opinión, “las multinacionales pretenden que el Gobierno de Canarias ponga un precio mínimo, que una cajetilla no baje del 1,20 de venta al público [10 euros el cartón]”.

En Tenerife operan unos treinta expendedores de máquinas de tabaco, que son propietarios de entre 10 y quinientas unidades cada uno de ellos. Los importadores suman 15.

Mayoristas, distribuidores y estanqueros levantan la voz contra lo que tachan de “abuso de posición” de las multinacionales. “Se comportan como si aquí existiera un monopolio”, denuncian.

Hace unos meses, un importador ya lo contó en primera persona: “Yo traigo la mercancía del paralelo [no la compra directamente a los propietarios de las marcas] y me exigen que le ponga el precio que les conviene a ellos”. Este afectado alegaba entonces que lo que él hacía era legal desde hacía más de un año. “Puedo adquirir el artículo donde me da la gana”, remachó.

En abril, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró ilegal la norma española que prohíbe a los estancos importar tabaco al entender que vulnera el principio de circulación de capitales y que no está justificada por la necesidad de garantizar un control fiscal y sanitario ni por la protección de la salud pública.

Al contrario de lo que sucede en la Península y Baleares, donde los precios son los que publica el Boletín Oficial del Estado (BOE), en el Archipiélago rige la libre competencia. “Las multinacionales cogen esa norma con papel de fumar”, ilustran los comerciantes. En Canarias, explican, “las casas entregan una lista de precios recomendados y, en función de eso, el Gobierno fija los impuestos”. Lo que ocurre en la práctica es que suele variar “de un día para otro”.

Como derivación de la entrada en vigor de la estampilla fiscal, el 15 de diciembre de 2011, los impuestos a la importación del tabaco en Canarias se incrementaron el 150% en el primer semestre del año. “Si por un contendor de 450 cajas se pagaba entre 40.000 y 50.000 euros, ahora son 180.000”, revelan agentes de aduanas. Cada caja lleva 10.000 cigarrillos repartidos en 50 cartones.

El coste de la unidad se situaba en torno a los 150 euros, con el impuesto general indirecto (IGIC) y el Arbitrio sobre Importaciones y Entregas de Mercancías en las Islas Canarias (Aiem), más el flete y el despacho. Ahora se superan los 300 euros.

Los importadores canarios acuden especialmente a Holanda, donde se encuentran las grandes zonas francas.