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El futuro de nuestros hijos> Por Fernando Clavijo*

Cuando hablamos del futuro de nuestra tierra estamos hablando, por encima de todo, de los ciudadanos que construirán y poblarán ese futuro. De los que ahora son niños y jóvenes que empiezan a formarse o a acceder al mercado laboral y que solo salen en los discursos de los estadistas cuando se trata de conmover a la audiencia.

Los niños y los jóvenes canarios están sufriendo la crisis de muchas y diferentes formas. Porque a la escasez de recursos y a la nefasta distribución de los existentes se suma el nulo interés por la educación pública que ha demostrado este Gobierno del Partido Popular. O quizá deberíamos decir -para ceñirnos a la realidad- el especial interés que muestran en acabar con ella.

No sé si el PP ha reparado en la gravedad de implantar un sistema nuevo, hecho a la medida del Ministerio Wert y del centralismo a ultranza que defiende su Gobierno. Porque, más allá de un capricho personal de un ministro que quiere pasar a la historia, como tantos otros, por ser el artífice de una nueva reforma educativa; más allá de que esa reforma suponga volver a la escuela de hace 40 años; más allá de que sea un sistema que promueve la segregación de los alumnos imponiendo las reválidas al final de cada etapa educativa, este modelo pretende acabar con los contenidos específicos de cada comunidad autónoma, de manera que nuestros hijos y nietos, de continuar con esta deriva, volverán a saberse, como antaño, la lista de los Reyes Godos sin llegar a conocer nunca su pasado aborigen y las particularidades de su tierra.

Desde la llegada de la democracia, para cuya implantación hicieron falta muchas concesiones y mucha generosidad, no se había conocido un ataque similar a la educación pública.

Es duro digerir que el Gobierno del Partido Popular no quiera que nuestros niños y jóvenes tengan acceso a una educación digna.

Pero las cifras hablan por sí solas, y la realidad es que, con estos presupuestos -que aún pueden ser empeorados en el trámite parlamentario- los niños y niñas canarios están condenados a asistir a colegios sin posibilidad de mejoras ni reformas.

Son 19 los centros educativos de Canarias que no podrán contar con las obras que necesitan para la mejora de la calidad educativa -que es calidad de vida, en suma- y la atención de los alumnos. Tampoco se podrá contar con nuevos centros ni se podrán ampliar los existentes, al dejar a cero el presupuesto para ello. Solo para hacernos una idea, con el dinero que ha quitado el Partido Popular a Canarias en estos Presupuestos, en 2011 se pudieron hacer 569 actuaciones en 271 centros educativos con una población escolar aproximada de más de 65.000 alumnos.

Y, aunque cueste decirlo, nuestros jóvenes no lo tienen mejor: el brutal recorte en los Planes de Empleo elimina para ellos la esperanza de encontrar un trabajo y de mejorar su formación, ya resentida por el hecho de que la cuantía para becas se reduce en 45 millones de euros.

Los jóvenes canarios de las islas no capitalinas no podrán asistir a nuestras universidades y ya no digamos salir a formarse fuera.

Esta clara discriminación va a impedir que nuestros hijos se puedan desarrollar en igualdad de condiciones con los niños y jóvenes del resto del Estado; va a añadir desigualdad a la desigualdad; va a cerrar las puertas a quienes tienen menos recursos económicos y a permitir que solo accedan a la educación, pública o privada, los hijos de las familias más ricas, echando por tierra un sistema que nos ha costado años y sudor construir.

De todas las injusticias cometidas esta es la más sangrante. Porque lastra el futuro de nuestros hijos, que es como decir el futuro de esta tierra.

Si el Partido Popular confunde protesta y actitud combativa con victimismo, es, claramente, su problema.

Porque quienes estamos al frente de las instituciones locales; quienes conocemos de cerca a la comunidad educativa y las dificultades por las que pasa; quienes hacemos esfuerzos redoblados para llegar donde no quiere llegar el Estado, vamos a seguir trabajando, contra viento y marea.

El Partido Popular, que también tiene representantes en esta tierra, aunque nunca se les oiga, puede seguir viviendo en su burbuja o puede bajar a la tierra a comprobar los efectos de su política. Lo que no puede hacer es pretender que sus actos no tengan consecuencias.

*ALCALDE DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA