Por qué no me callo >

Guerra y paz – Por Carmelo Rivero

¿No es un crimen abocar al paro y hundir en la miseria a 25 millones de europeos (más de cien millones en riesgo de pobreza), en lo que un asesor de Merkel arrepentido llamó “matar países”? Con más del 10% de tasa de desempleo, la UE (España o Grecia la duplican), sumida en la tragedia de una crisis que no sabe resolver, acaba de obtener el Nobel de la Paz, y no le veo la gracia. Soy de la quinta de marzo del 57, como la galardonada Europa, y con otros 500 millones de ciudadanos me pregunto qué hemos hecho para merecernos este premio, incluido dejar desangrarse a los Balcanes y desatar esta guerra civil económica. Un décalage histórico que va en aumento. En Tokio, donde “los árboles tienen los colores más hermosos que se pueden imaginar”, según Lagarde, el FMI cantó las cuarenta a Berlín contra “la austeridad a rajatabla”: un exceso de ella “agrava la crisis”.

Las recetas alemanas son responsables de fotos como esta: Grecia, 17,8% de paro en 2011, y 25,1% en 2012. La Europa Nobel de la Paz está a la greña: celebra esta semana (18 y 19) una cumbre para nada, tras el golpe de Estado de Alemania a los acuerdos del Consejo de junio (la unión bancaria). Un nuevo bloque, Francespalia, se opone a la canciller. Está buena Europa para el Nobel de la Paz. A Rajoy le toca “españolizar” Europa, como diría Wert (sin que lo oiga el Rey), para simpatizar más y ganarnos otra prórroga: incumpliremos el objetivo de déficit en diciembre. Si la crisis va a durar hasta el año 2018, a qué tanta prisa. O nos precipitamos al abismo (Felipe González). Dos novelistas crujen versos en sendas antologías. M. Houellebecq resume la muerte de un malaleche, su padre: “Sonrió al decir ‘estoy nadando en orines”, / y después se apagó con un ligero estertor”. Y Paul Auster termina así su Descripción de octubre, precisamente: “Ven / a por la calderilla de tristeza / que tengo para ti”. Y en eso, al moribundo malencarado van y le dan el Nobel.