Redixit - Ylka Tapia

Hasta que las redes nos separen – Ylka Tapia

Si tecleamos en Google los términos ‘infidelidad en las redes sociales’, puede que nos sorprendan los resultados de búsqueda, ya que son bastante curiosos. Desde artículos sobre cómo y dónde ligar en la red, hasta estudios científicos y aplicaciones (apps). No cabe duda de que es un tema que interesa, y mucho. Sobre todo desde que se acusa a Facebook de ser el responsable de la elevada tasa de separaciones y divorcios en los últimos años -ni que fuera necesario tener un perfil en las redes sociales para ser infiel.

Pero no solo la plataforma de 1.000 millones de usuarios activos mensuales es el paraíso para los que gustan de echar una canita al aire, también otras redes menos sospechosas como LinkedIn (de ámbito profesional) se han convertido en la tapadera perfecta para mantener discretas conversaciones con antiguos compañeros de trabajo, para reencontrarse con los ex o iniciar algún tórrido romance con un desconocido. Eso sí, son más económicas que Ashley Madison, la polémica red social para infieles.

Pero aún más. Conscientes de que se cometen múltiples errores a la hora de mantener una relación paralela, una empresa ha desarrollado para los menos hábiles la aplicación Call and Text Eraser (CATE), cuyo eslogan promete: “El amor es ciego, que siga siendo así”. Según parece, esta app para adúlteros mantiene el registro de llamadas, mensajes y contactos de forma oculta, permitiendo su borrado a golpe de clic en caso de urgencia. Los detectives privados especializados en rupturas matrimoniales deben estar al tanto del catálogo disponible para smartphones y tabletas. O al menos, deberían.

Aunque todo lo anterior suene anecdótico, muchos desconocen hasta qué punto tanto la web como las redes sociales exponen peligrosamente, y no me refiero al hecho de ser pillados. Mensajes y fotografías son armas arrojadizas que pueden desacreditar cualquier reputación (o marca personal), ya que estas plataformas potencian la imagen pública. Porque interactuamos con extraños, lo que, indefectiblemente, contradice el “no hables con desconocidos”, mandato imperativo paterno. Creer que una pantalla de ordenador o móvil nos salvaguarda es, y espero sepan disculparme, de analfabetos digitales. Porque, ya lo dijo Google en su momento, “lo que se publica en internet nunca desaparece”.

@malalua