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Incoherentes – Por María Vacas Sentís

Es admirable la técnica comunicativa del Partido Popular; es envidiable su estilazo en la emisión de mensajes únicos, piramidales, que se expanden en vertical y horizontal, calando en todos los escalafones. Nadie se descuadra del formateado guión, salvo algún que otro ministro que con su salida de tono cumple un papel falsamente rupturista, contrapunto programado en una melodía monocorde dirigido a una parte del auditorio. Es elogiable su unidad idiomática y gestual, su tono de voz sin estridencias; hieráticos, sin apenas mover los labios, ventrílocuos en rueda de prensa, a años luz de la dispersión y la multiplicidad de voces, jaulas de grillos, molinos de manos y brazos, de otros partidos.

Esta aparente coherencia estratégica, que se traduce de continuo en la multiplicación sedativa del mantra que toca en cada momento, dificulta el desentrañamiento de sus mensajes. Su univocidad sirve de cuasiperfecto disfraz de la incoherencia de su praxis cotidiana; entre lo que dicen y lo que hacen; entre lo que proponen y lo que realmente defienden; entre su ideario y el lado donde luego se sitúan con carita compasiva y angelical; en el infierno pero también en el cielo; pirómanos y bomberos de una realidad negra, de la que son -con la antorcha en la mano- ideólogos y autores preferentes, no testigos.

Pero entre su discurso y su praxis chirrían los dos sueldos más extras que ha venido percibiendo Cospedal hasta sumar 240.000 euros anuales, o el incremento de las subvenciones millonarias al restaurante del Congreso de los Diputados para que sirva a buen precio menús de lujo a sus señorías -mientras en Madrid recortan en comedores escolares-, o las pambufetas en el aire del austero Rajoy y sus ministros. Y casualmente el mismo día en que los populares canarios criticaban las cifras del paro y pedían dimisiones, el PP del Estado tijereteaba impío el Plan de Empleo de Canarias sin que nadie tosiera en la sucursal regional. Y con parecido cinismo e hipocresía exigen el desmantelamiento de las empresas públicas y, acto seguido, amorosos, confraternizan con los trabajadores despedidos y demandan explicaciones parlamentarias. En una palabra: incoherentes.

mvacsen@hotmail.com