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Un lazo blanco> Por Juan Pedro Rivero*

Con frecuencia encontramos colgado de una camisa o de suéteres un lazo de color. Día contra el Sida, día contra la violencia de género, día de… Y el color nos revela el motivo de sensibilización social que pretende la campaña. Colores; diferentes colores. Rojo, verde, morado, azul… Y todos nos refieren a situaciones humanas que merecen una especial actitud de sensibilidad social. Un lazo de conciencia social que nos ayude a darle importancia a la boca amarga de otros que, por alguna situación, padecen. Nuestra solidaridad y apoyo queda reflejada con un lazo, con un grito de color en la solapa.

Ayer Cáritas Diocesana de Tenerife nos invitaba a colgar en nuestra camisa, a colgar en nuestras casas, a colgar en las parroquias un lazo blanco, como un grito radical contra la pobreza en el mundo. El hambre y la pobreza que mata a 10.000 niños diarios de desnutrición. Sí, no es una exageración la cifra. Es terrible, a pesar de los objetivos del Milenio que establecían el año 2015 como la fecha para erradicar el hambre en el mundo. Eso sí es una crisis. Eso sí es un riesgo, y no el de nuestra prima. Un lazo blanco, de ese color que nos contaban en ciencias naturales, en aquellos años en los que la EGB era el marco y modo de la educación española, que era la suma de todos los colores… La suma de todas las campañas, la suma de todos los dolores de esta dolorida humanidad. Un blanco hecho lazo que nos grite que este año hay más hambre en el mundo que el año pasado.

Sí, no vamos a menos; vamos a peor. Y cuando las redes sociales nos hacen sentir que el mundo es una aldea a nuestro alcance, en la casa de la calle de abajo, en el sur, o en la acera frente a nuestra propia casa, la pobreza y el hambre no son un sueño: son una realidad.

Hay lazos que sí hay que lucir; lucirlos con vergüenza.

*DIRECTOR DEL ISTIC
@juanpedrorivero