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Leer las señas> Por Francisco Pomares

Un récord: los consejeros de Coalición Canaria recibieron el adelanto del presupuesto para 2013 -el mismo que el Gobierno dejaría sobre la mesa- solo un día antes de que los viera el Consejo de Gobierno que acabaría adoptando la decisión de bloquear su envío al Parlamento de Canarias. Llovía sobre mojado: apenas una semana antes del consejo, en la reunión de la permanente de Coalición, se produjeron críticas y momentos de tensión porque Javier González Ortiz no llevó los presupuestos. Algunos miembros de la permanente compararon la forma actual de hacer las cosas con el estilo de ida y vuelta y sucesivas consultas colectivas que implantó Adán Martín en la confección presupuestaria. Eran otros tiempos, desde luego: la responsabilidad de lo que hoy está ocurriendo no es achacable al estilo de liderazgo individual impuesto por Rivero. En tiempos de Adán Martín -parece que fue hace un siglo, pero solo han pasado cinco años- la crisis era solo un futurible y se podía trabajar con previsiones definidas, tanto de los ingresos estatales como de la recaudación regional prevista. Pero los presupuestos no son necesariamente un listado ordenado de ingresos y gastos. Para una instancia política -la permanente de Coalición o el Consejo de Gobierno- los presupuestos deberían ser sobre todo un discurso ideológico, una definición de la política posible y de lo que -con acierto gráfico- el socialista José Miguel Pérez ha dado en llamar “la línea roja que no vamos a cruzar”.

Algunos en Coalición Canaria -y también en el PSOE- querrían saber dónde se ubica ahora esa línea roja que no va a cruzarse. No, al menos, por este concreto Gobierno. La sucesión de declaraciones críticas de Fernando Clavijo, secretario general de Coalición Canaria, es muy significativa: anteayer pedía meter tijera en caprichos como la Policía Canaria, ayer cuestionaba la propuesta de José Carlos Francisco de despedir a 5.000 empleados públicos este año, una propuesta que -sorprendentemente- no ha sido oficialmente respondida por el Gobierno. También el palmero Juan Ramón Hernández ha planteado críticas -esta vez internas- a la forma en que se hacen las cosas en el Gobierno. En su entorno se dice que incluso ha amagado con presentar la dimisión. Y es que -desde fuera- la impresión que se tiene es la de un Gobierno noqueado por la crisis e incapaz de hacer nada que no sea supeditar su discurso al de Madrid.

Deberían leer las señales: la ciudadanía no está en la misma onda. No se entiende dónde conduce el plante. Incluso quienes sostienen este Gobierno empiezan a no estar muy seguros de hacia dónde se va…