sector x>

El manifiesto escarlata

manifiesto escarlata

Por Rebeca Díaz-Bernardo

Hasta hace pocos años había ciertas reglas que fueron diseñadas para proteger a las mujeres, aunque aún no sabemos de qué se nos protegía, si de algo o alguien externo o de nosotras mismas. Aquellos toques de queda antes de las diez de la noche, el largo de la falda, el bajo del escote, etc., por no hablar de determinadas maneras de comportamiento que eran las que se esperaban de las niñas desde que tenían uso de razón, y hasta hace bien poco, la Universidad estaba vetada a las chicas y, como mucho, se veía como el mejor modo de encontrar un buen partido, un marido, con el cual casarse después de haber renunciado por completo a continuar con su formación académica. Pero después de años de educar a los niños, a pensar más en las mujeres y a las mujeres a pensar más como los hombres, ahora resulta que se nos ha virado un poco la tortilla y estamos siendo testigos de una generación de adultos que apenas conocen sus roles tradicionales, porque los jóvenes de hoy en día, en su conjunto, son más sensibles de lo que lo eran sus padres y las mujeres son más independientes que sus madres. Por otro lado, y en paralelo a esto, se está produciendo un efecto rebote que hace que los más mayores que presencian estos cambios en sus hijos y sus nietos se planteen lo que aprendieron en su momento.
Y es que, entonces, resulta que las mujeres son cada vez menos tradicionales en las relaciones y los hombres, curiosamente, lo son cada vez más y quieren casarse, tener hijos y más estabilidad sentimental mientras que las chicas lo que buscan es más espacio personal, más libertad emocional y, por supuesto, poder disfrutar de su sexualidad basándola en lo que quieren frente a lo que deben.

Se ha escrito mucho acerca de las infidelidades de uno u otro género, y se sabe que normalmente la causa por la que los hombres ponen los cuernos es porque siguen un impulso de deseo meramente sexual. Ellas, sin embargo, suelen hacerlo por hartazgo, porque llega un momento en que sus relaciones de pareja ya no les llenan y sienten que están viviendo con un compañero de piso o un colega antes que con un amante bandido, pero aunque quede más feo todavía decirlo, ellas no suelen abandonar a sus familias por culpa de un desliz, porque se lo plantean como algo únicamente complementario a su relación de años con el señor con el que duermen y desayunan a diario.

En un estudio que fue publicado el año pasado en Archives of Sexual Behavior se descubrió que las mujeres y los hombres engañan a aproximadamente a la misma velocidad aunque eso sí, por diferentes razones, porque las mujeres tendían a hacer trampa porque no estaban conformes en una relación o sentían que su pareja no poseía similares creencias sexuales, mientras que para los hombres el factor más importante fue la excitación sexual. Es decir, las mujeres somos mucho más selectivas acerca de qué y con quién engañamos.

Eso no quiere decir que el ascenso de la mujer adúltera sea una victoria, ojo, ni que los hombres han sustituido a las mujeres en eso de ser los fieles o los desvalidos dentro de la pareja, porque esto no es un concurso y no hay ganador. Lo que pasa es que estamos viviendo en una sociedad más igualitaria que nunca y las mujeres tenemos cada vez más confianza en la toma de decisiones que atañen a nuestra persona, incluyendo la sexualidad y, por descontado, la infidelidad. Ahora, reclamamos nuestro derecho a sentirnos realizadas en las relaciones y en el sexo independientemente de lo que la sociedad pueda opinar, porque si un matrimonio no dura o no es satisfactorio y la convivencia acaba, nadie se muere por ello ni la mujer abandonada se convierte en una paria ni a la adúltera la convierten en una bruja con la A en rojo en el pecho antes de ser quemada o apedreada en una plaza pública. Conste que no estoy apoyando ser infiel ni mucho menos, porque el buen sexo es importante pero también lo es estar a gusto con una misma y con una relación sólida y de confianza y más bien abogo por la reflexión ante actos impulsivos o hechos al azar…

Pero, por supuesto, todo esto (y más) las chicas de hoy en día ya lo saben; y si no es así, hay una Doctora Drexler que ha escrito un auténtico Manifiesto Escarlata defendiendo el derecho de las mujeres a ser infieles, por si se ofrece el caso.