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Nos ahogamos juntos – Por Jorge Bethencourt

Son tiempos de dolores. De bolsillo y de Cospedal. Por eso la presidenta de Castilla-La Mancha ha dicho que de esta o salimos todos juntos o no sale nadie. La frase ha pasado sin pena ni gloria por el glosario de la prensa española. Pero se las trae. Porque en una de sus acepciones suena como una amenaza a los que quieren salir zumbando del barco que se hunde. Es como decirle a Artur Mas que se vaya olvidando de soltar amarras de la chalupa de Cataluña para separarse del trasatlántico del Estado embarrancado en los arrecifes del déficit, la deuda, el paro y las pensiones. Aquí nos ahogamos todos o nos salvamos todos.

El pequeño problema del sálvese quien pueda es que se produce por el pánico. El miedo es uno de los sentimientos más cristalinos que existe. Y más potentes. Y ahora mismo hay gente que tiene un terrible y pavoroso sentimiento de que esto no tiene remedio.

A Mas lo acusan de que se sale de la Constitución. Es para desfondarse de la risa. El texto constitucional se lo han pasado por el refajo desde casi el momento en que lo escribieron. Ni todos los españoles son tratados igualmente ante la ley, ni existe un mercado único en el Estado, ni la simétrica configuración de las autonomías responde a las asimétricas disposiciones constitucionales. Y eso por no hablar del derecho al trabajo y a la vivienda. O del hecho inevitable de que un español se jubilará a los 67 años donde otro se ha jubilado a los 62; por no hablar de que, tal y como vamos, el sistema de pensiones se derrumbará como un timo piramidal que ha llegado a su punto de colapso, porque no pueden entrar nuevos primos para pagar a los viejos primos.

Lo que dice Cospedal, si se lleva a la realidad, es como el gesto del que se está ahogando y se aferra a quien intenta seguir a flote nadando hacia la tierra. Cuando la muerte se acerca con su guadaña, casi todo el mundo busca poner a salvo su pellejo. Hay un fantasma que recorre Europa y su dedo de hielo se ha hincado en el corazón de quienes no hicieron lo que tenían que hacer cuando tenían el tiempo y la oportunidad de hacerlo. Lo malo de esto es que resulta ser como el mal estudiante que, llegado el día antes de un importante examen, se da cuenta de que no ha estudiado la asignatura que tocaba. Que se ha equivocado de materia. Ya no hay remedio. No existen soluciones milagrosas. Salvo copiar. Pero nosotros no podemos copiar del pasado, porque siempre cateamos en esta materia estrepitosa y sangrientamente.

@JLBethencourt