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La ‘play station’ de Bento – Por Miguel L. Tejera Jordán

La delegada del Gobierno en Canarias, señora Bento, sufrió un lamentable lapsus de memoria y se olvidó de informar a los isleños de las maniobras que unos helicópteros del Ejército de Tierra iban a realizar, de día y de noche, sobre los cielos de Tenerife, como prácticas preparatorias de su despliegue en Afganistán. Bento, metida a skypilot, piloto de los cielos, lamentó poco después, públicamente, no haberse tomado el fósforo que su médico le prescribió para no perder la memoria tan oportunamente… Bento me recuerda el chiste de la vieja gomera que vio cómo un camionero mataba a sus gallinas y, luego de acabar con ellas, las espantaba con el soplido del freno-motor de su camión. La vieja le decía al camionero, amargamente, “primero las matas y luego las jucias”. Pues bien, Bento, primero nos mata del susto y luego se disculpa con sus fallos de memoria, de inexperta e improvisada piloto de los cielos. La diferencia de Bento con la anciana estriba en que la señora delegada no es ninguna vieja. Tampoco es gomera, sino canariona (lo que es un detalle). Y no es que se olvidara de los helicópteros, sino que creyó que pasarían desapercibidos, efectuando tales maniobras sobre el mar y lejos de lugares poblados, cuando ocurrió, precisamente, todo lo contrario: sobrevolaron a baja cota poblaciones del norte y sur de Tenerife, metiendo el miedo en el cuerpo a miles de vecinos de la comarca de Acentejo y de la zona metropolitana. Viejecitos que dormían dulcemente en sus camas y niños cuyo sueño fue abruptamente interrumpido por los helicópteros no tienen importancia cuando se trata de maniobras previas a una intervención real en Afganistán. Así que, la señora Bento -también la autoridad militar se las gasta- creyó oportuno no avisar a la población civil, cuando, la una -y los de uniforme-, debieron hacer justamente lo contrario: poner a todo el mundo al tanto para que la gente estuviera preparada.

Aún así, sigo desaprobando enérgicamente tales vuelos. No alcanzo a comprender que tales aparatos pretendan ir a Afganistán alborotando a los tinerfeños. ¿Despertarán también a los talibanes? ¿Y el factor sorpresa? ¿De verdad van a sorprender a los rebeldes afganos sacando a viejos de la cama y asustando a niños dormidos?

Vale que los militares hagan prácticas. Pero sobre terrenos que se parezcan, siquiera un poco, a los desiertos de Afganistán, a sus ardientes arenas, o las escarpadas cumbres de sus cordilleras. No le veo el parecido de Afganistán con Santa Úrsula, ni La Victoria o La Matanza (salvo por los nombres de estos dos últimos municipios, es decir, las matanzas que tienen lugar en Kabul y otras ciudades afganas, o la victoria aliada que nunca llega y que más bien se está traduciendo en retirada).

Los ejercicios aéreos estarían bien en Almería, donde sobran escenarios de películas del oeste. O Los Monegros, Aragón, lugares más aptos que una isla repleta de turistas y paisanos ávidos de tranquilidad. Yo nunca iría a la comarca de Acentejo a disparar un tiro. Pero sí a meterme en el gaznate un buen vaso de vino, acompañando una carne de fiesta, un conejito en salmorejo o un pulpo a la plancha. Bueno, ahora ni eso: como es sabido, el gobierno también quiere cargarse los guachinches.

Yo creo que la delegada del Gobierno y los jefes de la cúpula militar deberían darse un garbeo por la ruta de los guachinches, en lugar de matar el rato jugando a los helicópteros desde un puesto de mando que no tiene parecido con los mandos de una consola de play station…