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Rumores – Por Andrés Brito

Fue uno y dijo a Sócrates:

-¿Sabes? ¡Me acabo de enterar de un chisme sobre uno de tus discípulos, y me muero por contártelo!

El sabio le dijo:

-Antes de hacerlo, contéstame: ¿sabes si es cierto?

-Pues no estoy seguro porque acaban de decírmelo.

-¿Acaso lo que me quieres contar es algo bueno?

-No, desde luego bueno no es.

-O sea, que no es algo bueno y no sabes si es verdad. ¿Es, en fin, algo útil?

-Pues no, ¡lo cierto es que tampoco es útil!

-Entonces, si ni es verdad, ni es bueno, ni es útil, ¿qué interés crees que puedo yo tener en que me lo cuentes?

Este episodio ocurrió hace veinticinco siglos y, por lo visto, solo hemos cambiado en que ahora nos preocupamos un poco más en nuestra higiene.

Un rumor es la difusión de un juicio sobre algo o alguien que no está totalmente confirmado (si lo estuviera sería una certeza), que generalmente es negativo y que rara vez nos es útil. No obstante, sí que le sirve a alguien: es útil para quien lo difunde. ¿Por qué? Pues porque al publicar el rumor la persona que lo proclama desvía la atención del interlocutor de sus propias limitaciones haciendo que el foco de quien le escucha se centre lejos, en otra persona o cosa. Los coaches decimos que cuando se emite un juicio esa opinión nos dice más sobre la persona que enjuicia que sobre la cosa enjuiciada. Te invito a que lo tengas en cuenta no solo cuando alguien quiera contarte un chisme sino cuando tengas la ocurrencia de difundirlo tú, porque en el fondo acaso estés criticando en otra persona aquello que inconscientemente reconoces en ti como limitación. ¿Te imaginas cómo cambiaría el mundo de la prensa del corazón, por ejemplo, si todo esto se aplicase de forma universal?

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