Análisis >

El 14-N, ‘pop’ – Por José Miguel González Hernández

Según los estamentos consultados, ocho de cada diez ciudadanos recomiendan una jornada de huelga general. Pero ¿sirve para algo? Les puedo contar la verdad o una mentira piadosa. Pero no se preocupe, no voy a intentar convencerlo. Simplemente, quiero exponer mis reflexiones al respecto, pero advierto de que están poco elaboradas y contienen dosis de demagogia. Lo cierto es que intentaré ir más allá de la justicia o la utilidad. Intentaré ir más allá de la necesidad de retomar el control de nuestro destino. Intentaré ir más allá de una democracia delegada en el camino de fomentar una democracia participativa. En primer lugar, me gustaría aclarar que los sindicatos, así como los partidos políticos u otras organizaciones económicas, son instrumentos, no fines. Según la representatividad que se tenga, se podrá acceder a determinados niveles de interlocución y negociación con el fin de hacer partícipe a parte de la sociedad, tanto a la que se representa como a la que no. En ese sentido, los sindicatos y la denominada Cumbre Social realiza un llamamiento a secundar una jornada de huelga general en España, que coincide con la convocada en otros países de la Unión Europea en el marco de una jornada de movilización europea realizada por la Confederación Europea de Sindicatos. Ahora usted tiene la posibilidad de ejercer ese derecho teniendo en cuenta que una jornada de huelga general sirve no sólo para manifestar el malestar con una política o situación determinada, sino para demostrar cómo la sociedad quiere y desea socializar no sólo los beneficios, sino también los sacrificios. Sirve para demostrar quién tiene el control de la situación. Sirve para potenciar la participación en el proceso político de la toma de decisiones, de modo que, si de cada 10 vamos nueve, la cosa cambia. También creo que aquellos que tildan de inútil e insolidaria esta jornada de huelga deben revisar su argumentario. Tendrían que estar previamente analizando si la actual deriva de la política económica sirve para algo más que para generar más desempleo, para desproteger de derechos a la clase trabajadora o para generar comportamientos de mayor acumulación en los niveles de riqueza. Porque en estas condiciones las familias reducen sus gastos y disminuyen su consumo. Y las matemáticas son claras: menos consumo, menos actividad económica, menos ganancias y mayor destrucción de empleo con peor acceso al mercado de crédito. Y eso no le interesa a nadie. Todos los días vemos personas que son obligadas a abandonar su puesto de trabajo, personas desterradas de sus hogares, personas pudriéndose en las listas de espera sanitarias, personas que se empobrecen culturalmente en las aulas de nuestros colegios o personas que deben elegir entre la exclusión social o la emigración. Todos los días vemos esto, en contraste con los rescates multimillonarios dirigidos hacia los que nos han traído hasta aquí, en contraste con los que usan coches oficiales para ir al supermercado o en contraste con los que se suben a una guagua dos días antes de unas elecciones para luego desaparecer. Mientras hay personas que se empapan a diario con la lluvia, otras viven en burbujas blindadas. Hay que empezar a creer que ninguna coraza es indestructible si se dispone de los alfileres adecuados. La jornada del 14 de noviembre debe servir para pinchar la burbuja más peligrosa de todas: la falta de libertad, el desinterés y el aislamiento. Hemos de recordarles que están donde están porque la sociedad así lo quiere. Hemos de recordarles que, con la misma facilidad con la que entraron, pueden salir. Y recuerden: los organismos internacionales advierten de que la política económica imperante es perjudicial para la sociedad. Si tiene duda, consulte con su asesor más cercano. Pop.

*RESPONSABLE DEL GABINETE TÉCNICO DE CC.OO. EN CANARIAS