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Los 88 municipios canarios, El Puerto de La Cruz /1> Por Ignacio González Santiago*

El Puerto de La Cruz, o solo El Puerto, como se le conoce popularmente, es una ciudad del norte de Tenerife, en el valle de La Orotava, junto a los municipios de Los Realejos y de La Orotava que fue pionera en el turismo en España. Con una superficie de 8,73 kilómetros cuadrados y 32.571 residentes, es el municipio más pequeño y de mayor densidad de población de Canarias, con más de 3.500 habitantes por kilómetro cuadrado. La ciudad tuvo su origen en 1496, cuando después de la masacre guanche de Acentejo, en el lugar que hoy se conoce paradójicamente como La Victoria de Acentejo, el despiadado invasor Fernández de Lugo bajó a la costa y clavó la cruz que dio posteriormente nombre al Puerto de La Cruz. Ese mismo año se estableció la capital de la Isla, San Cristóbal de la Laguna, junto a la Laguna de Aguere, y en 1506, se fundó La Orotava, el segundo pueblo de Tenerife.

El Puerto dependió administrativamente de La Laguna hasta 1648, cuando pasó a la villa de La Orotava. No sabemos la fecha exacta en la que el Puerto se independizó de la Villa, dejando de ser El Puerto de la Orotava y recuperando su histórico nombre de Puerto de La Cruz, pero sí que su primer alcalde fue Don Nicolás Blanco, de origen irlandés, desde 1772. El muelle comercial del valle de Taoro llegó a ser el más importante de Canarias en los siglos XVII y XVIII.
El Puerto de la Cruz fue el lugar donde comenzó el turismo en Canarias, entonces de salud, ya que en el año 1886 se estableció allí el primer sanatorio del Archipiélago, para recibir a los turistas enfermos. Fue además la primera ciudad turística de España. Actualmente, sigue siendo un destino turístico de visitantes procedentes de Alemania, Reino Unido y España, principalmente. Sus habitantes son conocidos como portuenses, o ranilleros, aunque originalmente este gentilicio pertenecía solamente a los del barrio de La Ranilla.

Dicen que ir al Puerto de la Cruz y no conocer la plaza del Charco es tanto como no haber venido. La plaza del Charco ha sido el punto de encuentro de los portuenses durante siglos, verbalizado con la frase tantas veces repetida a lo largo de generaciones de “nos vemos en la plaza del Charco”. Un espacio urbano que ha sido testigo excepcional de la historia del Puerto de la Cruz y de su gente, que ha tenido diferentes denominaciones, desde la inicial de plaza del Charco de los Camarones, pasando por plaza de la Constitución, plaza Real, plaza del Generalísimo Franco, hasta nuevamente, plaza del Charco, nombre que en cualquier caso siempre mantuvieron los portuenses.

Según el investigador Antonio Galindo, el nombre procede de principios del siglo XVII, debido a que en la zona se formaban charcos de agua salada, al estar comunicados por el subsuelo con el mar. Pero su auténtica proyección como plaza surgió de la necesidad de un centro comercial, portuario y social, por el incremento de las edificaciones que se produjo durante el siglo XVIII. Un poco más tarde, en la tercera década del siglo XIX, se realizó la primera iniciativa de acondicionar el lugar. En 1880, se construyó la pila central que acoge aún hoy la más que centenaria ñamera. Las reformas que dieron lugar a su imagen actual se terminaron en 1993, manteniéndose el siempre entrañable Bar Dinámico, en otro tiempo espacio de tertulias de las gentes de la ciudad, la cámara baja y la alta. En esta plaza confluyen todos los caminos de la ciudad, las ideas, culturas y sentimientos, dando sentido al carácter cosmopolita de la ciudad. Nos vemos en el Dinámico, en la plaza del Charco.

*PRESIDENTE FEDERAL DEL CCN, ABOGADO, ECONOMISTA, MBA Y DIPUTADO EN EL PARLAMENTO DE CANARIAS

@ignaciogonsan