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Bankia, Omaña y Bermúdez> Por José Carlos Alberto Pérez-Andreu

José Manuel Bermúdez ha convertido a Santa de Tenerife en un referente en la lucha contra una gran barbarie. Contra ese expolio que cada día (guadaña en mano) lleva a cabo gran parte de la banca española desahuciando a los más débiles. Sin piedad, sin remordimiento. De manera impune, las entidades financieras arrasan con la vida y los sueños de más de quinientas familias al día. El PP y el PSOE anuncian (demasiado han tardado) que se ponen de acuerdo de cara a legislar una norma que los jueces piden a gritos para poder frenar este holocausto. Se vislumbra que este abuso de poder extremo tiene los días contados. Pero hasta entonces, son demasiadas las familias a las que les falta el aire ante la posibilidad de que su existencia se les vaya por el sumidero en esta demoníaca ruleta rusa.

Bankia desahució a Carmen Omaña. A esta entidad financiera con alma de caja registradora Carmen le importa un pimiento. Antes y ahora. Sus empleados ni la saludaban cuando inició en la puerta de su oficina principal la huelga de hambre. Únicamente, accedieron a brindarle un alquiler social porque José Manuel Bermúdez les retiró los fondos del Ayuntamiento de Santa Cruz.

De la noche a la mañana, Bankia se vio en una auténtica crisis de reputación, y con el consiguiente peligro de una reacción ciudadana en cadena que vaciara brutalmente sus arcas a lo largo y ancho de toda España. Los más relevantes medios de comunicación nacionales ponían de manifiesto, a borbotones, la crueldad de estos terroristas financieros. Fue entonces cuando desde Madrid llamaron a un pinche para que corriera al Ayuntamiento a parchear la situación. Y lo cierto es que Bankia bailó como un perrito faldero en cuanto le tocaron el bolsillo.

La desgracia de Carmen Omaña (sumada a los reflejos de Bermúdez y a la sensibilidad de los medios de comunicación) se ha tornado en una oportunidad de poder vivir de nuevo bajo un techo. Pero no se engañen; por bonito que parezca, el caso de esta buena señora es la excepción que confirma una vomitiva regla que sigue en marcha cada día.

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