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Un culebrón inacabable – Por Francisco Pomares

La verdad es que el hombre se lo tomó con calma: el martes por la tarde, una semana después de anunciar su dimisión en los medios, y cinco meses después de haber sido condenado por los tribunales a dejar la alcaldía, Berto González Reverón presentó por fin su renuncia, en una carta entregada en el registro del Ayuntamiento. Francisco Niño, su primer teniente de alcalde y concejal responsable de Turismo y de Sanidad, es ya formalmente el nuevo alcalde del municipio.

Pero la cosa no va a durar mucho, porque el culebrón aronero continúa: Niño es alcalde accidental por sucesión automática, pero el partido en Arona no se fía de él. Hace dos años, Niño era militante del Partido Popular, hasta que su adversario de ahora, el segundo teniente de alcalde, Antonio Sosa, lo convenció para incorporarse a las lista de Coalición en Arona. No ha sido un mal concejal de Turismo, todo lo contrario, pero sus colegas lo consideran un recién llegado con pocas tablas, un outsider ajeno a las maniobras orquestales en la oscuridad que caracterizan y definen al Consistorio. Por eso, los concejales y el propio Berto, que sigue timoneando su propia sucesión, apoyan la elección de Sosa, un veterano en todos los asuntos de Arona, un señor que se conoce al dedillo todos los expedientes y sus motivos, pero que -quizá por eso- está encausado por corrupción urbanística en los dos procedimientos judiciales que integran el llamado caso Arona.

La cosa es que se le ha dicho a Niño que, si no renuncia a su puesto, será sometido a una fulminante moción de censura por sus compañeros. A pesar de la amenaza, él se resiste. Ya se ha convocado un pleno extraordinario para este viernes, pero solo para comunicar la renuncia de Berto. El pleno será presidido por Francisco Niño, pero -si no se enderezan las cosas con alguna otra reunión maratoniana de las que vienen celebrándose en el Centro Cultural de Los Cristianos- probablemente este sea el único pleno que Niño presida antes de ser destituido por una censura.

En fin: que anda el país como anda y Arona paralizada, mientras ellos siguen entretenidos en sus juegos de poder. Se matan por mantenerse en un puesto, pero luego nos dicen que el ejercicio de la política no compensa, que ser alcalde o concejal o consejero o presidente es muy sacrificado y muy sufrido. Pobrecitos ellos. La verdad es que a mí no me dan tanta pena.

Luego se extrañan de que crezca el rechazo ciudadano.