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Déficit flexible – Juan Manuel Bethencourt

El Gobierno del Partido Popular haría bien en aclarar su propia agenda económica. Todo son improvisaciones y mensajes estructurados en función de un ciclo de noticias que lo devora todo en unas cuantas horas. Es cierto que estamos ante una nueva era de la comunicación fast food, compartimos esos “viejos tiempos de hace diez minutos”, como señala el director de Informativos de la cadena de televisión ficticia en la que se desarrolla la trama de la magistral serie The Newsroom. Pero una cosa es procurar entretenimiento para un público desorientado y otra muy distinta tener una agenda de gobierno para un país.

Afirma ahora el ministro Luis de Guindos que los objetivos de cumplimiento de déficit público español han de ser flexibilizados. El señor ministro, ¿se ha vuelto keynesiano de golpe? No, juega al regate corto, haciendo lo que tantas veces en política, virtud de la necesidad. A estas alturas todo el mundo en el Gobierno sabe que no será posible cumplir los objetivos de déficit comprometidos con Europa, unos umbrales que, por cierto, ya han sido objeto de flexibilización: del 4,4% inicial al 5,3% obtenido en el Ecofin y luego un punto adicional tras el anuncio del rescate bancario. Pero ni con el listón ubicado en el 6,3% será posible cumplir, y no porque los recortes hayan sido insuficientes, sino porque la estructura de ingresos del Reino de España está en el suelo: leve incremento de la recaudación por IRPF, ingresos por IVA aún por contrastar y desplome acelerado de la tributación empresarial, en la medida que simplemente no hay empresas que obtengan (ni declaren) beneficios en España, por una cuestión elemental de ausencia de demanda suficiente. El problema es que el Gobierno del PP, con De Guindos y Montoro a la cabeza, ha fiado todo su discurso a los presuntos beneficios de la austeridad expansiva, que ni es austeridad (todo el dinero público para el sector financiero, qué ejemplaridad tan siniestra) ni, desde luego, es expansiva en absoluto, pues acrecienta la recesión y en modo alguno contribuye a la recuperación de la confianza de los inversores propios y foráneos. Una vez confirmado que esta receta no funciona, como no lo hace en Irlanda, Portugal ni Grecia, ni aun en el Reino Unido pese a la política monetaria expansiva del Banco de Inglaterra, aparece De Guindos para describir los retoques de tan horrísona partitura. Pero eso tampoco funciona. Un plan de Estado para España, por favor.

@JMBethencourt