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Dormidera – Por Domingo Negrín Moreno

Algunos individuos conocen sus experiencias más placenteras en el plano onírico. Otros no pegan ojo. Investigadores de las universidades alemanas de Luebek y Colonia se estrujaron la cabeza para descubrir que dormir ayuda a resolver problemas: agudiza el ingenio y mejora la capacidad de solucionar conflictos. El descanso físico regula funciones mecánicas, como la respiración y el ritmo cardiaco. Regenera las células del organismo, detiene el envejecimiento y cuantiosos procesos degenerativos: caída del cabello, debilitamiento de las uñas o estrés.

Al desvanecerse las tensiones, los músculos se relajan y la mente disfruta de un confortable recreo. No obstante, el exceso alienta las pesadillas. La postura delata la personalidad. Los que yacen boca arriba suelen ser rigurosos y reservados. Quien prefiere la posición fetal (encogido) tiende a ser sensible, de gran corazón.

El profesor británico Chris Idzikowski teoriza que los troncos (de lado y con los brazos pegados al cuerpo) son fáciles de tratar, sociables, pero confían demasiado en los extraños. Los que añoran (tumbarse de lado con los brazos separados) son abiertos, cínicos y maliciosos. Los que reposan a la manera del soldado (boca arriba y con los brazos pegados) son tranquilos y reservados, no les gusta el alboroto, se fijan metas elevadas y les exigen mucho a los demás. La caída libre (boca abajo con las manos alrededor de la almohada) indica que son sociables y de gran destreza, aunque nerviosos y propensos al enfado. Los de la estrella (boca arriba y los brazos extendidos hacia atrás) son buenos amigos, dispuestos a escuchar y colaborar.

Mi lado de la cama preferido es el izquierdo. El peluche se ha acostumbrado a las rotaciones. Su comodidad se extiende a lo largo y a lo ancho.

¡Zzzzzzz!