después del paréntesis>

Encomiendas> Por Domingo-Luis Hernández

En la diatriba se encuentra el PSOE, porque el mal de los males que aqueja a este país tiene un culpable y ha de subrayarse. Y como el PSOE no anduvo solo en pos de la huelga general del 14 N, los sindicatos al canto, que no tienen conciencia de lo que ocurre ni escrúpulos. Es decir, el PP (pese a la que cae) se apiña en la defensa de un Estado beatífico. Y aunque le es difícil ahora felicitar a los que estuvieron en contra del paro general, porque eran pocos, o a los que no salieron a la calle para manifestarse, sus razonamientos han de ser plausibles e inquebrantables. Esto es, sería inconsecuente agasajar a sus allegados, cuando detrás de los que gritaron el “no” a lo que tildaron de desmesura se encuentra la gran patronal (ultraliberalismo económico por razón y astucia orgánica contra la clase trabajadora, incluida la saña del miedo).

Y se encuentran los representantes del sistema financiero español, esos que proclaman que una hipoteca es muy seria y siempre ha de pagarse. Porque los compromisos de pago han de cumplirse, aunque sea con dinero público, como en su caso acontece. Mas, no cabe confundir los términos; unos sí y otros no iguales. Los bancos no corren riesgos. Luego, la ley hipotecaria en cuestión ha de mantenerse tal cual, aunque en cualquier país civilizado se tenga por fraude. Por ellos existe el trabajo, y si la crisis han de pagarla los desposeídos, que sea, que el mundo es de ese modo desde que Dios expulsó a Adán y Eva del paraíso. Estado beatífico, pues, cual quedó dicho. Sobran las protestas, porque eso afecta al turismo internacional y a la imagen de España que tanto le costó reponer a la selección española de fútbol.

Además, ese tipo de jornadas son caras y el país no está para dispendios. Unos 4.500 millones de euros que han de sumarse al PIB anual, y no los mismos que fueron a parar a la bolsa de Bankia. Pero eso no es relevante, porque el Gobierno de este país solo está dispuesto a salvar lo que se debe salvar y los que sufren no están en la lista de su invento.

Dicen que no se van a mover, aunque toda España truene. No queda otro remedio (tardo PSOE) y debe ser cierto. Se muestran convencidos: disposición ideológica y de acción que comparten con la impúdica e irracional política de derechas que nos acosa. Luego, convengamos en que la dignidad no es un asunto de programas electorales (¡hasta ahí podríamos llegar!) y que el sojuzgamiento no daña a la democracia. Porque el que sabe sabe y ha de imponerse. Un voto es un voto si el valor lo señala. De donde, mírese por donde se mire, es más conveniente para una crisis como la que padecemos una democracia tutelada que las democracias antiguas y ya pasadas de moda. El PP asiente con ese principio. Muchos y descarriados, que no se enteran. Ellos en la cumbre de la responsabilidad y del conocimiento. El resto idiotas, carne para adoctrinar.

Insoslayable, entonces: no hay razones para la huelga, ninguna. Porque quien estropeó el mundo fue el PSOE. Los otros ni señalarlos; siguen en su lugar en pos de los rescates, que el Gobierno de eso sabe, de las directrices de la gran patronal y del sector financiero. Los que han de apretarse el cinturón, desayunar agua de manzanilla y cardos para el almuerzo no cuentan. Silencio, que el nuevo monstruo puede despertar y será peor; incluso merendarse a los niños de los pobres.

Eso proclama Rajoy, despavorido con tanta gente en las calles, y sin lógica, sin lógica que los sustente.