santa cruz>

Hasta el rastro entra en crisis

NATALIA TORRES | Santa Cruz de Tenerife

Hasta 60 llamadas diarias recibe la presidenta de la Asociación de Vendedores del Rastro de Santa Cruz de Tenerife, Carmen Tejera, llamadas que preguntan si ha quedado un puesto libre para la venta o también para ofrecer enseres para ser vendidos. En definitiva, llamadas detrás de las que se atisba la necesidad acuciante a la que se enfrentan muchas familias de la Isla y que ven en este mercadillo una pequeña ayuda a los decrecientes ingresos. Pero la realidad es que hasta el rastro está sufriendo el embate de la crisis. La prueba: de sus 1.500 asociados actuales, sólo 700 siguen con la venta en los puestos que cada domingo se instalan en las proximidades del Mercado Nuestra Señora de África.

En el rastro se puede encontrar de casi todo, viejo, nuevo, usado o sin usar; todo tipo de objetos, tejidos, calzado o abalorios varios, al menos hasta ahora, porque la crisis ha devuelto a este espacio a sus comienzos, cuando sus puestos vendían preferentemente mercancía de “segunda mano”. Carmen Tejera, presidenta de los vendedores del rastro santacrucero desde hace más de 15 años, explica que son muchos los socios que han cerrado su puesto y se han ido. También cuenta Tejera que la mayoría de los que llaman lo hacen para ofrecer productos de segundo mano, gente a la que le da vergüenza vender ellos mismos sus objetos y que incluso, “aceptan que se les pague una vez que se hayan vendido las cosas y no antes, como ocurría hasta ahora”.

VENDEDORES
“Son gente de todas las clases sociales la que nos avisa para vender cosas, matrimonios mayores que venden los enseres de su casa, universitarios que necesitan dinero para acabar sus estudios y también muchos desempleados procedentes del sector de la construcción y que han visto como, de ser clientes habituales del rastro, han pasado a vender en ellos sus cosas porque se han quedado sin ningún tipo de ingresos”, apunta Tejera.

Mientras tanto, “los profesionales” del rastro, los que llevan media vida con un puesto y que ofrecían mercancía nueva cada domingo, ya no vienen, no tienen dinero para comprarla porque no sacan lo suficiente para ello. “Ahora vienen con coches viejos y venden cuatro cosas cuando antes tenían sus buenos furgones cargados de género”, señala la presidenta del rastro capitalino. Muchos de los puestos están ocupados por inmigrantes y son esos, precisamente, los que comienzan a quedarse vacíos. “Se vuelven a su país porque aquí ya no pueden subsistir”, apostilla. Esa vuelta de los inmigrantes a su tierra también afecta a la venta porque “se puede decir que son los principales clientes del rastro y ahora ya no están para comprar”.

EN SOLITARIO
Este panorama, sin embargo, no deja que la presidenta de los vendedores ceje en su empeño por defender este mercadillo, asegurando que “Santa Cruz no se puede permitir tener dos rastros”. Una frase que Tejera ha repetido mucho estos días a cuenta de la propuesta de abrir un mercadillo de venta ambulante en el barrio de García Escámez, junto al mercado de La Abejera que duerme el sueño de los justos a la espera de mejores tiempos. “Ya estamos teniendo problemas por la crisis y las demandas que tenemos pendientes en los juzgados para encima tener que preocuparnos por la apertura de nuevos espacios para la venta ambulante en la ciudad porque, la realidad es que, cuando haya muchos por la capital, ya no importará que el rastro desaparezca”, defiende Tejera.

La presidenta asegura que son muchos años peleando con uñas y dientes por lograr un espacio. “Donde todos contamos con nuestros permisos para vender y en el que se ha impuesto la disciplina y la seguridad para nuestros clientes”, señala.

[apunte]Ubicación
Y mientras la crisis pasa, el rastro busca la forma de reinventarse, de hacer frente no sólo a la coyuntura económica sino también a las denuncias que pesan sobre su actividad. Después de muchos años parece que comienza a haber un acercamiento entre vecinos, comerciantes y los propios vendedores para dar un nuevo emplazamiento al mercadillo, la plaza enfrente del Mercado Nuestra Señora de África, parece el lugar elegido, aunque desde el Ayuntamiento no se quiere aún dar por sentado nada porque, ya ha pasado antes, la susceptibilidad sobre este tema es mucha y cualquier detalle podría paralizar de nuevo una solución. La realidad es que el rastro de Santa Cruz es parte ya de la ciudad y sea donde sea seguirá existiendo.[/apunte]