la punta del viento>

Historia de una injusticia> Por Agustín M. González

El maestro Leopoldo Fernández, santo y seña de esta casa y referente obligado para muchos de los que nos dedicamos a este oficio, ya escribió días atrás con la puntería de un avezado francotirador sobre los desahucios y sus injusticias. Es un drama social que la crisis va extendiendo como un negro nubarrón que oscurece la vida de muchas personas de forma repentina. Que te arrebaten tu casa, tu hogar, aunque sea por una deuda o por el retraso de un pago, debe ser de las mayores tragedias que pueda sufrir una persona. Y sobre todo si, como en el caso del matrimonio de ancianos tacoronteros Berta Ferreira y Antonio Méndez, su avanzada edad y su desvalimiento físico les convierte en seres absolutamente indefensos. Indefensos ante la justicia -¡qué paradoja!-, porque la amenaza de desahucio que pende sobre ellos desde hace ocho años como una espada de Damocles es producto de un reconocido error judicial.

De un error y, también, de un vecino sin escrúpulos que quiere apropiarse con artimañas de un casa que no es suya. La maquinaria legalista y burocratizada no atiende a razones y, aunque esté equivocada, continúa su proceso con implacable precisión. La justicia ciega, la torpe justicia y la insensibilidad e incapacidad de los responsables públicos, que tampoco se han atrevido a encontrar una forma para enmendar el error, van a dejar a sin casa en menos de un mes a Berta y Antonio, dos personas entrañables y honradas que solo han encontrado verdadero socorro y consuelo en sus vecinos de la calle Ismael Domínguez y en la Plataforma de Afectados por las Hipotecas. Más de 300 personas con camisetas negras y pancartas de apoyo consiguieron impedir días atrás que se consumara la condena. Pero solo fue un providencial aplazamiento gracias a un error de procedimiento detectado in extremis. La suerte está echada. Todo hace indicar que no habrá final feliz en esta historia porque la justicia es tan soberbia como inamovible, aunque se sepa errónea e injusta, como en este caso que clama al cielo y que produce indignación y vergüenza.