día de todos los santos > los vivos recuerdan a los muertos

Jueves de cementerios bajo el temporal

[apunte]Imágenes: SERGIO MÉNDEZ[/apunte]

VICENTE PÉREZ | Santa Cruz de Tenerife

“Vengo a depositar mis flores todos los años en la tumba de mis padres, porque de ser nacidos es ser bien agradecidos”. El testimonio de Andrés, vecino de la capital tinerfeña, en el cementerio de Santa Lastenia, es el de miles de personas que, ayer, Día de Todos los Santos, se acercaron a los camposantos para esa ceremonia íntima de recordar a sus seres queridos difuntos.

La amenaza de lluvias fuertes y la alerta por vientos no disuadió a los ciudadanos de cumplir con esta cita señalada en el calendario cristiano, aunque en algunos municipios se notó menos afluencia de lo habitual debido a la situación meteorológica.

Aunque cada cual hace ese particular recuerdo a su manera, las flores siguen siendo la forma en que la mayoría plasma su cariño sobre las tumbas, ya sea en los cementerios humildes y pequeños, como el del pueblo marinero de San Andrés; ya en los grandes y modernos, como el de Santa Lastenia, o en los olvidados, como el histórico de San Rafael y San Roque, todos ellos situados en la capital tinerfeña.

En este camposanto, al que felizmente el Ayuntamiento santacrucero empieza a hacer caso tras décadas de abandono y múltiples denuncias ciudadanas, ayer hubo una serie de actos, sencillos pero emotivos, organizados por la recién creada Asociación Parque Funerario Cementerio de San Rafael y San Roque, que preside Teresita Laborda, con la colaboración municipal.

En este lugar, se llevó a cabo un responso a cargo del sacerdote católico Gabriel Morales y del pastor anglicano Michel Smith e intervino Juan Manuel Valladares, investigador de la cultura sefardí; tres confesiones con enterramientos en este monumento histórico. También se recitaron poemas y, como colofón, actuaron la soprano Isabel Bonilla y el tenor Ricardo Tavío, acompañados por el cuarteto Corda. Al acto acudió la concejal de Patrimonio Histórico, Clara Segura, y otros miembros de la corporación municipal.

La festividad de Todos los Fieles Difuntos la instauró en el año 998 el abad del monasterio francés de Cluny para la orden benedictina, y, en el siglo XIV, Roma la extendió a toda la cristiandad.