“El que tenga deudas, que las pague”. Esta contundente frase, que se le atribuye a la exministra María Antonia Trujillo, recorrió esta semana Twitter. Sus declaraciones son criticables en todos los casos, pero más si se tiene en cuenta que España se empobrece a la velocidad de la luz, que cientos de familias pierden su vivienda cada día y que ningún político está haciendo lo suficiente para garantizar que todas las personas tengan una vida digna. Su mensaje me hizo recordar algo que los periodistas decimos mucho: que la realidad no me cambie un titular. De un tiempo a esta parte parece que los políticos han hecho suya esta frase, le han quitado cualquier tono cómico y la han adaptado a su época: “que la realidad no me cambie la ideología”.
También me ha hecho acordarme de cuando Margaret Thatcher comenzó a arrasar con su ultraliberalismo en Gran Bretaña. Entonces acuñó un eslogan que ha pasado a la historia: There Is Not Alternative (TINA). Le vendió al mundo que no había otra salida que no fuera aniquilar muchos de los fundamentos del sistema público. Al principio, usó este argumento para implantar su ideario conservador. Al final se convirtió en su respuesta favorita para todo. Hoy no tenemos un acrónimo -TINA- pero la explicación es la misma. El tiempo no le dio la razón a Thatcher y no se la dará a los líderes fallidos de hoy.