sobre el volcán >

Llueve sobre mojado – Por David Sanz

Es difícil, por no decir que imposible, calcular el grado de influencia que ha tenido el estado en que se encuentra la carretera del Norte en la afección que ha sufrido Barlovento por las intensas lluvias registradas estos días atrás, pero lo que está claro es que algo ha tenido que ver. La chapuza en la que se ha convertido esa vía en diversos tramos de Barlovento por el estado de abandono en el que se encuentran los trabajos, ha contribuido a disparar la situación de caos que ha sufrido el municipio norteño. Es evidente que no todo es atribuible al estado de la carretera, ya que también se produjeron daños en vías como la que conduce a La Fajana o al porís de Talavera, por donde no se ejecutaban las obras. Hay que tener en cuenta también que las lluvias fueron demasiado intensas para que no causaran desprendimientos, como ha ocurrido en otros tramos de la red viaria de La Palma, que han sufrido una situación similar aunque quizá con menor intensidad.

La realidad es que ahora es el momento de dar una solución a la carretera del Norte, en su paso por Barlovento, porque no presenta las mejores condiciones de seguridad para los usuarios. La única lectura positiva que se puede hacer de estos últimos estropicios es que han sacado a la luz las profundas debilidades de esta vía, que requiere de una decisión política para rematar una obra que ha sido muy cuestionada desde sus inicios por la dudosa efectividad que iba a suponer para mejorar las comunicaciones. Lo que no se puede aguantar por mucho más tiempo es una carretera en las condiciones actuales, donde ir del casco de Barlovento a Gallegos, por ejemplo, sea una etapa del París-Dakar. Estaría bien que el consejero de Obras Públicas, Domingo Berriel, se diera un salto a La Palma, tal y como le ha solicitado el Ayuntamiento, y recorriera este y otros tramos del municipio para que viera el esperpento en que se han convertido las carreteras de la localidad. Debe ser uno de los pocos casos en los que una obra deja a un pueblo en peor estado del que se encontraba anteriormente. Este proyecto tuvo la oportunidad de terminarse en la época de las vacas gordas, pero como era habitual en las obras públicas, los trabajos se eternizaron por los dichosos modificados, hábito que esperamos que cambie con la crisis. Ahora, sin recursos, difícil se presenta concluir la tarea, haciéndole una buena faena a los barloventeros.