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“Los profesionales son muy complicados de recuperar. Redondo, por ejemplo, era muy quejica”

DOMINGO ESPÍNOLA | Santa Cruz de Tenerife

ONESIMO DIAZ exmasajista CD Tenerife
Onésimo Díaz, histórico masajista del CD Tenerife. | P. PÉREZ

También se le conoce por su apodo, Ciencia, por las privilegiadas manos que siempre ha tenido para el tratamiento de las lesiones en los deportistas. Es Onésimo Díaz, un pedazo de historia del CD Tenerife que sigue en activo en el CD San Andrés.

-¿Cómo se encuentra?

“Bien, mejor, superando el infarto que sufrí hace un mes. Con tratamiento, un régimen especial y controles periódicos con el cardiólogo”.

-¿Cuándo se incorporó al CD Tenerife?

“Llegué en el año 1969, cuando el equipo estaba en Tercera División. Por encima sólo estaba Segunda y Primera División. El entrenador era García Verdugo y en el equipo figuraban jugadores como Pepe del Castillo, Lemes, Molina, Pepito, Mauro, Cabrera, Manuel el pulga, Juanito el vieja y Morales, que llegó cedido del Atlético de Madrid y era el único jugador de fuera que tenía el equipo. Un extremo izquierdo fantástico, con el que conseguimos el ascenso esa temporada”.

-Sus manos siempre han sido privilegiadas. ¿Cuál ha sido el secreto de su trabajo?

“Eso no es del todo así. José Ramón Fuertes nos decía: Onésimo no es el masajista, es un hombre ‘de ciencia’, apodo con el que fui conocido en la entidad blanquiazul”.

-¿De quién aprendió Onésimo Díaz?

“De Rogelio Alberto, ese fue mi mentor. Barrera Corpas, el boxeador, estaba con Rogelio, y cuando éste salía fuera de la isla, yo me hacía cargo del púgil, para prepararlo y salir en algunos combates. Y con esa relación fui aprendiendo, adquiriendo conocimientos”.

-¿Cómo era su forma de trabajar con los jugadores?

“A los jugadores hay que atenderlos, antes y después de los partidos, en los entrenamientos, y también durante la semana. Antiguamente, un día a la semana se tenía para baño, masaje y sauna, que era precisamente los sábados, antes del partido de los domingos. Y por lo demás, la rutina de siempre, atenderlos, tratarlos, vendarlos, recuperar al que estaba lesionado”.

-¿Atendía a personas que no estuviesen relacionadas con el deporte?

“Principalmente eran deportistas, sobre todo equipos de fútbol, como El Toscal, en su época dorada, y también al Real Unión. También venían a verme otros jugadores, como del San Andrés. Mi intención siempre ha sido la de ayudar al fútbol”.

-¿Qué jugadores recuerda usted que hayan sido los más complicados para recuperar?

“Los jugadores profesionales son muy complicados, problemáticos. Fernando Redondo, por ejemplo, era muy quejica, ya que de cualquier cosa se quejaba. Pero en jugadores de ese nivel todo son molestias, te exigían su atención, que les dieses prioridad, que los recuperases lo antes posible”.

-¿Al comienzo de su carrera, cuáles eran las lesiones más típicas que atendía?

“Lo más frecuente eran los esguinces de tobillo, las distensiones de ligamento de rodilla, las contracturas musculares, la parte posterior y anterior del cuádriceps. En los porteros, el cuello, los brazos, los hombros, los omoplatos”.

-¿A usted quién lo sustituyó en el CD Tenerife?

“Mi salida del Tenerife se convirtió en polémica, cuando llegó Senén Cortegoso. Íbamos a realizar una pretemporada en Cabeza de Manzanera, con Jorge Valdano, y por la tarde, cuando estábamos preparando el material con Figueroa, me avisaron para que fuese a las oficinas del club, en el estadio. Me atendió Santiago Llorente y me comunicó que no viajaría con el equipo, que tenía vacaciones. Le pedí que me lo indicara por escrito, ya que era el masajista oficial del club. Y eso me costó mi salida del Tenerife”.

-¿Y qué opinión tiene de Senén Cortegoso?

“Como profesional, aquí, en Tenerife, no hizo grandes cosas. Empezaron a surgir problemas en el club con él, Justo Gilberto, Blas Ramón Almenara, con jugadores, pero cuando eso yo ya no pertenecía al club y no podría decir mucho más”.

-¿Y por qué decide el Tenerife prescindir de sus servicios?

“El club decide que yo no siga y se van de pretemporada. Luego, unos días más tarde, se acerca un notario a mi casa y me entrega una carta en la que se me indicaba que debía incorporarme a la disciplina del Tenerife, en horario de 9 a 13 y de 17 a 19 horas, en la enfermería. Con la carta, que no recogí yo en mi casa, me acerco a ver al abogado José Felipe Concepción y me indica que no me pueden cambiar de puesto de trabajo. Luego me envían otra carta desde el CD Tenerife para decirme que debía incorporarme al Salud Tenerife, que era el filial, que estaba en Segunda División B. Finalmente, pedí al club que si no estaban de acuerdo en que continuara, que me liquidaran, que yo me marchaba y eso fue lo que pasó. Yo lo que pretendía era incorporarme a trabajar al club, y ellos lo fueron disfrazando con otros argumentos, hasta que metí una denuncia. El Tenerife no se presentó a juicio, me liquidaron y así salí, después de veintitrés años en la entidad”.

-¿Qué clase de persona es el jugador profesional de fútbol?

“Todos los jugadores que he tratado han sido muy buenas personas, pero Rommel Fernández era muy especial. Fue un chico muy humilde. Llegó a Tenerife y no podía jugar en Segunda B, pero entrenaba con el primer equipo y luego jugaba con el aficionado. Siempre le tendré un cariño especial. Pero también hay muchos que se han comportado de una manera muy especial, como Mauro o Gerardo Movilla, un tipo inteligentísimo, Lesmes; todos han sido muy respetuosos, de una relación humana especial. No tengo más que agradecimientos por el trato recibido y no solo de jugadores de aquí, sino también de fuera de la isla, como Tato Domínguez, Noriega y otros tantos”.

-Y en el aspecto más íntimo, pues todos los jugadores son vanidosos, egoístas.

“Recuerdo un partido que jugamos en casa con el Real Madrid, cuando lo eliminamos de la Copa de Franco, en el año 1974, venciendo dos a cero, con Colo de presidente y, nada más finalizar el partido, Alberto Molina se acercó y le preguntó a Colo, ‘presidente, cuánto es la prima’. Entonces, el presidente le dice a Molina, ‘dígale a los chicos que hay 20.000 duros de prima si eliminamos al Madrid’. Al Madrid lo eliminamos, pero nunca cobramos esa prima”.

-¿Cuál ha sido su mejor momento en el fútbol?

“Sin ninguna duda, cuando subimos con Benito Joanet a Primera División. Y también la eliminatoria de Copa con el Real Betis. Joanet concentró en el Hotel Maritim a toda la plantilla y, al estar allí, los jugadores se reunieron para el tema de la prima, si pasábamos la eliminatoria. Se acordó un dinero y se llamó a Javier Pérez, que era el presidente. La respuesta del señor Pérez fue “es más importante la reunión que mantengo ahora mismo, aquí, en el hotel Mencey, que vuestras exigencias”. Ante esas palabras la plantilla decide abandonar la concentración y volver a Santa Cruz. Fuimos a Sevilla, ganamos el partido, con tres goles de Rommel Fernández, y regresamos a la isla, donde encontramos una explosión de júbilo en el propio aeropuerto”.

¿Y el peor momento?

“Los descensos de categoría. Cuando caímos en el pozo de la Segunda División B”.

-¿En qué aprovecha su tiempo?

“Me entretengo en el CD San Andrés, después de invitarme Francis Díaz, su entrenador. Y lo hago ayudando a los chicos, tanto de la base como del equipo de Preferente”.