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Mi particular Pickwick Club – Ramiro Cuende Tascón

El mío es un club de gente con deseos, de todo tipo, en su caso, hasta inconfesables si caben. Hace unos días hablaba con un buen amigo de la posibilidad de crear un nuevo cenáculo o, como diría Cantinflas, un almuerzáculo para el contraste y la creación de sueños y posibles.

Pocos días después me encontré en la prensa que la ciudad y el puerto tinerfeño recuperaban las ideas de Herzog y de Meuron para el frente de Santa Cruz. También se hablaba de la Marina de San Andrés, que parece ser no cuenta con el apoyo del gobierno municipal. Todo lo que se haga, ejecutado con respeto al lugar y la transparencia debida, cabe en nuestra isla, a la que sin lugar a dudas le falta marcha y conciencia de ciencia y progreso.

Cuando hemos sido audaces, hemos progresado. Por ende, cuando nos ponemos desconfiados y vigilantes de las playas, surge el pacatismo que nos comprime. No digo, ni pienso que valga todo, se lo digo a los aburridos de ahora, que antes no lo eran tanto, para que no se les constriñan todavía más los esfínteres ¡Qué buena es la memoria!

Los papeles póstumos del Club Pickwick es la primera novela de Charles Dickens en la Inglaterra del XIX, y es considerada una de las obras maestras de la literatura inglesa.

Nació por entregas entre 1836 y 1837, y cada entrega fue el acontecimiento literario del momento. En torno al protagonista se agrupa un club de extravagantes personajes, cuyas peripecias, narradas con mucho humor, son, sin duda, una sátira -cuasi burla- de la filantropía.

La figura más notable de la novela, después de la de Pickwick, es la de su criado Sam Weller, en ella cuenta las aventuras del señor Pickwick junto a sus amigos los señores Nathaniel Winkle, Tracy Tupman y Augustus Snodgrass, en un divertido viaje.

La trascendencia de ese joven glotón, obeso y constantemente adormilado debido a sus problemas de sueño, llegó incluso a la medicina: doctores británicos bautizaron como síndrome Pickwickian a ese perfil de enfermo que sufre trastornos del sueño, algo de sobrepeso e insuficiencia respiratoria, algo parecido a apneas.

Podemos compartir, si lo estima, que nuestra tierra si no quiere infartarse ha de supera la desgracia pickwickniana a la que se ve sometida; por la apatía de algunos y el torpe cainismo de otros especialmente ecocursis.

Hoy en día hay unos cuantos clubes similares al del tal Pickwick, aunque sus evoluciones y objeto societario son de otra índole. Por ejemplo, el Club Bilderberg. ¡Si te cogen!