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Nereida Castro – Por Luis Ortega

El calendario se nutre de días dedicados a los derechos humanos, a la defensa de los sectores débiles y en riesgo, a la reivindicación solidaria de nuestros contemporáneos maltratados y, en muchos casos, sin capacidad siquiera para protestar. El 20 de noviembre, nutrido de efemérides en la España contemporánea -desde las muertes, bien distintas, de José Antonio (fusilado en Alicante) y Franco, (octogenario y en su cama) a la victoria rotunda de Rajoy que, “a la tercera va la vencida”- se celebró el Día Universal del Niño, establecido por la ONU en honor de la Declaración de los Derechos de 1959 y a la Convención que los definió en 1989. En los años de abundancia, las vacas gordas dejaban estas conmemoraciones en actos retóricos y migajas de solidaridad. En la crisis que nos asfixia, no caben ya esas manifestaciones y conocemos verdades que nos preocupan, duelen y avergüenzan. Según la dirección general de Protección del Menor y la Familia, en los últimos tres años, doscientos treinta y siete niños fueron entregados al Gobierno autónomo porque sus familias no podían atenderlos y, ahora, en su mayoría están acogidos en régimen residencial y una pequeña cuota en régimen familiar, “como soluciones temporales” que pueden acabarán en definitivas. Nereida Castro, presidenta de Unicef en Canarias, nos recordó, en este mismo medio, que casi el cuarenta de los niños de las islas están en el umbral de la pobreza y que su situación exige medidas urgentes: “acciones transversales y políticas integrales para paliar el problema”. Mucho nos tememos que estamos, otra vez, en la penosa situación que uno recuerda de la infancia, cuando “este país del todo o nada”, era destinatario de las ayudas voluntarias, “la leche en polvo y el queso de los americanos” y cuando, se resolvía con caridad, los asuntos que eran cuestión de justicia. Los únicos signos de recuperación tocan a los bancos, porque el sistema y los directivos que nos sumieron en el agujero hay que salvarlo a toda costa y está por encima de los niños hambrientos y las familias desahuciadas. No aparecen los brotes verdes, pero tampoco aparecen órganos y medidas reguladoras del desmadre codicioso y las actuaciones, rayanas en la estafa, que tantos padecieron. Pero el director del Banco de España, Luis María Linde declaró que “si continúan los ajustes” en 2013 podremos ver signos de reactivación y Montoro, donde dije digo, digo Diego, cambia residencias por compra de pisos (de 150 a 160.000 euros) a los bancos, que son los mayores propietarios.