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Perro ladrador, ¿por mordedor?> Por Arun Chulani

Si un perro muerde a un hombre, no es noticia. En cambio, si es el hombre el que muerde, la noticia arrasa en los medios. No todo lo que ocurre es noticia. Detrás de todas esas máscaras audiovisuales se esconden historias y posibles denuncias a la sociedad no dichas.
A comienzos del siglo XX, un grupo de periodistas semiorganizado de Norteamérica denunciaba públicamente la situación social del momento.

Corrupción política, explotación laboral y abusos (con trapos sucios de por medio) de personajes e instituciones de la época eran objetivos clave que se encontraban en el punto de mira de cada escopeta cargada con la verdad. ¿Que cómo se llamaban? Muckrakers, o también denominados “removedores de basura”. Sí, basura, mierda, porquería… como queráis denotarlo. Este periodismo movía con sus actos las motas de polvo, grandes como rocas, que quedaban ocultas bajo alfombras y sillones bordados con aires de poder desmerecido. El movimiento en oposición atravesaba la saturación informativa, haciendo del periodismo un movimiento dirigido a provocar una respuesta. Y a pesar de todo, del analfabetismo existente entre la sociedad y de los demás factores influyentes, consiguieron introducir algo de miedo en las clases dirigentes. Un modo de hacer ver a la gente del pueblo que los poderosos también tienen esa criptonita que les hace tener un poco de vergüenza.

Y todo esto, a comienzos del siglo XX. Entra el siglo XXI y no son pocos los que reivindican su estado contra esos recios sin aprecios a la sociedad española actual. Suena con el paso del tiempo un 15M, otro 25S, este 14N y demás sin mencionar que han hecho y harán ruido (mucho ruido), alzando sus voces hacia lo más alto con ansias de mejoras. Pero un bienestar ya. Ni mañana, ni pasado. Ni hoy tampoco. Más bien, una prosperidad de ayer para un mejor mañana. Y seguir así lanzando piedras cubiertas de criptonita hacia las más altas estelas de polvo, rompiendo esa armonía maturranga que otorga tranquilidad a esos consentidos con poder sin sentido.

Todo tiene un límite. Podrán ladrar todo lo que quieran, sin parar. Arrinconados habrán dejado a sus oponentes al borde del precipicio, con montones de basura y criptonita alrededor. Pero en el momento menos esperado, los muckrakers removerán la basura y mandarán las piedras al otro bando. El poder ladra mucho, pero… es hora de dar mordidas.