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Razones – Por José David Santos

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Conozco gente que fue a la huelga general y gente que no. Conozco a quien estando de acuerdo con los argumentos de la protesta decidió ir a trabajar. Conozco a quien aprovechando que había huelga decidió tomarse el día libre, incluso perdiendo dinero, aunque no comparta los motivos de las movilizaciones. Conozco a manifestantes militantes que hicieron caso omiso al llamamiento de no consumir y que, incluso, abrieron las puertas de su negocio. Conozco a convencidos de que la huelga general era más que necesaria y la secundaron, pero no fueron a manifestarse. Conozco a alguno que se fue a la huelga, compartía los argumentos que la sustentaban, pero que lamentó no ir a trabajar. Conozco idealistas que, sea cual sea el motivo, apoyan siempre una huelga. Conozco a quien nunca va a la huelga. Conozco a quien moralmente quería irse a la huelga y no se fue. Conozco a quien ideológicamente no quería irse a la huelga y fue. Conozco, incluso, a huelguistas sin trabajo. Conozco a gente que fue a la marcha que recorrió Santa Cruz para escuchar cómo increpaban a los de su gremio. Conozco a quien trabajó para apoyar la huelga. Conozco, también, las razones de muchos de ellos para tomar una postura u otra. Casi todos -dejo a un lado a los radicales que quieren tener la razón sí o sí- comparten, no obstante, que algo está cambiando y que si bien el amanecer no trajo ninguna reforma inmediata, sí que nuestra sociedad está anidando sentimientos, ideas y acciones que, según quienes las incuben, pueden permitirnos avanzar o caer en el terror. Porque el miércoles se vivió, por ejemplo, una manifestación en Santa Cruz ejemplar, reivindicativa, con argumentos -compartidos o no por todos- sin que la violencia se dejara ver. Por el contrario, en Madrid o Barcelona estalló la ira. Apostemos por reproducir lo ocurrido en la capital tinerfeña, que la historia nos ha enseñado que lo contrario siempre acaba igual. Mal.

@DavidSantos74

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