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El ‘Sandy’, politizado> Por Antonio Casado

No menos de 43 muertos a consecuencia de los devastadores efectos del huracán Sandy a su paso por la muy civilizada costa este de los Estados Unidos, a la hora de escribir este comentario. Y muchas posibilidades de que la cifra crezca al paso de las horas. Nunca como ahora la noche de Halloween dejó de ser un divertido guiño a la parte oscura de la realidad. Lo que faltaba es que viniese mezclado con la política.

El fenómeno natural se ha potenciado por ese lado. Por el de la política se han multiplicado por cien los efectos del huracán. La causa está clara: faltan cuatro días para que los norteamericanos acudan a las urnas para elegir a su presidente. Y en la memoria de todos aún está el recuerdo de los efectos negativos que sobre la causa electoral de George Bush tuvo su desidia en el paso del destructivo Katrina (2005). De manera que todos los focos se han puesto en las reacciones de los dos contendientes, el titular Obama y el aspirante Romney. Ambos se han dado cuenta de las eventuales repercusiones electorales de lo que hagan en estas vísperas marcadas por la catástrofe que está asolando esta parte de los Estados Unidos. Por otra parte, los efectos artificiales de este suceso natural nos invitan a reflexionar sobre la insoportable levedad de los debates en la lucha por el poder. Aquí en el resto del mundo se abarata el argumento, la palabra y el compromiso. Ha sido cosa de ver cómo el huracán se ha llevado por delante todos los asuntos que aparentemente tienen divididos a los electores: pensiones, política exterior, sanidad, empleo, impuestos, etc. Lo que al final va a decidir el voto de los americanos es la evaluación de la ciudadanía a la conducta de Obama y de Romney respecto al desastre material y humano causado por Sandy.

A este respecto no ha podido ser más significativa la actitud del gobernador de New Jersey, Chris Christie, cuyo talante ultraconservador le ha hecho ser conocido por su veto a la legalización de los matrimonios entre homosexuales. Conocidas son también sus durísimas diatribas contra el actual presidente, Barack Obama. Y sin embargo, el otro día no tuvo el menor inconveniente en reconocer la maravillosa respuesta del Obama a los retos planteados por Sandy. Para el actual presidente supone que uno de los principales valedores de su adversario, Romney, le ha hecho el trabajo que él no puede hacer. No estaría bien visto que el presidente norteamericano utilizase electoralmente sus viajes a New Jersey y el resto de estados afectados por el huracán. Ninguno de los dos contendientes quiere dar esa impresión pero, en el caso de Obama, la tarea se la ha hecho el adversario.