La ciudadanía de aquí y de allá lleva tiempo reclamando que la política solucione sus problemas; los de verdad, aquellos que no hablan en lenguajes accesibles para keynesianos o hayeksianos. Siempre debería ser así; esto es, que el político no se despegue del terruño y se dedique, sobre todo, a dar salida a las inquietudes o aspiraciones de sus administrados. Sería el ideal, la sábana blanca que envuelve la teoría, pero desgraciadamente no es así… y la clase política se pierde en dimes y diretes de partido, competencias, enmiendas, fondos de liquidez y demás, cuando lo que quieren muchos es, tan solo, y no es poco, tener un trabajo, comer dignamente, habitar en una vivienda en condiciones, que lo curen, que lo eduquen. Por eso, se ve tan extraordinario, supongo, el gesto del alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, de retirar de las cuentas de Bankia los fondos del Ayuntamiento a cuenta de un desahucio del que seguro conocen los detalles.
Las loas han sido muchas, la repercusión mediática aún mayor y lo cierto es que la decisión precipitó la solución a la señora que se había puesto en huelga de hambre. Bien, un punto. Pero ¿qué pasará cuando suceda lo mismo con otra entidad?; ¿actuará el Ayuntamiento con idéntica rotundidad contra empresas públicas que también ejecutan desahucios?; ¿cambiará de compañía suministradora de electricidad en caso de que esta deje sin luz a un vecino?; ¿atenderá con la misma diligencia y contundencia los muchos problemas de muchos santacruceros?; ¿todo aquel que, con parte de razón, se plante ante la Casa de los Dragos por un problema similar y se declare en huelga de hambre recibirá la misma atención? Evidentemente, y sería injusto pedir lo contrario, no. Pero han abierto una puerta casi imposible de cerrar. Han arreglado un problema, esperemos que no sea el último.