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Soluciones de un día> Por Francisco Pomares

Parece que el gesto de Bermúdez de retirarle los cuartos a Bankia le ha gustado a la gente. Es lógico: para empezar, ha servido para que Bankia reconsidere el desahucio de Carmen Omaña, pero aunque no hubiera sido así, al personal le fascinan las decisiones contundentes, los hechos notables, los puntos y aparte. En el caso de la retirada de fondos por el Ayuntamiento a Bankia, supongo que estaremos más bien ante un punto y seguido, y que los fondos volverán pronto a las cuentas de las que salieron. Así podrán ser utilizados para evitar alguno de las dos docenas de desahucios que se producen cada día en las islas. Porque el de Carmen Omaña, una intrépida señora que decidió plantarse frente al banco y ponerse en huelga de hambre, con apoyo municipal y respaldo mediático, es sólo uno de los muchos desahucios. Más vistoso, pero sólo uno.

Siguiendo el ejemplo del alcalde Bermúdez, el secretario de Política Municipal del PSOE canario, Gustavo Matos, ha pedido a los ayuntamientos socialistas canarios que imiten al de Santa Cruz de Tenerife, y retiren sus fondos de todas las entidades bancarias que practiquen desahucios contra personas sin recursos. Eso le vendría muy bien a Caja 7, la única entidad financiera del Archipiélago que no ha realizado hasta la fecha ni un solo desahucio. Pero no parece muy práctico el sistema de ir con los fondos municipales de un banco para otro. Por muy vistoso que sea lo de mover los dineros, no debería pedirse a los Ayuntamientos que resuelvan un problema que es competencia del Gobierno de la nación, aprobando una legislación más restrictiva con los desalojos. PSOE y PP se estrujan los sesos buscando una solución consensuada que probablemente no gustará a nadie. Y es que estamos, por desgracia, ante un asunto más difícil de lo que parece: los créditos que no se paguen los pagaremos entre todos con más recortes y restricciones.

Se trata de encontrar la forma de intervenir en situaciones de extrema necesidad y evitar que muchas familias se queden en la calle. Es una cuestión de solidaridad, no de imagen. No se van a resolver los desahucios con decisiones espectaculares que quizá arreglan un problema, pero dejan los demás sin resolver. Debe enfrentarse este problema con sentido cívico, y asumiendo medidas que pagaremos entre todos, porque las pérdidas de los bancos revierten al final siempre en nuestros bolsillos, de una forma u otra.