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El tapón de Arona> Por Francisco Pomares

Hace una semana, el alcalde de Arona, Berto González Reverón, obligado por la sentencia de la Audiencia Provincial de Tenerife que ratificaba sentencias anteriores, anunció con voz grave y un amago lacrimal su dimisión como alcalde de su pueblo. Una dimisión que -aunque parezca asombroso- todavía no se ha producido. Berto González solo tenía que redactar un escrito de cese, cruzar los escasos metros que separan su despacho del registro, presentar el papel al funcionario responsable, esperar a que le estamparan el sello de recibido y meter luego en unas cajas de cartón sus papeles, antes de irse para casa. Todo en un par de horas, y asunto resuelto.

Pero Berto no ha hecho eso. El hombre sigue acudiendo todas las mañanas al trabajo, intentando condicionar su sucesión y -sobre todo- para evitar que la cuadra de los enchufados -los cargos de libre designación del alcalde, que cesan automáticamente, al mismo tiempo que él- queden sin ocupación remunerada durante los días que tarde en resolverse su sustitución. Coalición Canaria se enfrenta en Arona a una nueva demostración del absoluto desprecio de algunos políticos por las reglas del juego: el verbo dimitir significa lo que significa, pero el todavía alcalde de Arona (lo es mientras escribo estas líneas, y sospecho que lo será hasta la convocatoria de un próximo pleno) sigue haciendo de su capa un sayo, condicionando la elección de su sustituto, un asunto en el que -formalmente- ya no debería tener ni voto, ni voz.

Para más inri, el desenlace de su sustitución se complica también porque sus dos tenientes de alcalde optan fieramente a quedarse con su sillón. Son Francisco Niño, primer teniente de alcalde y concejal de Turismo y Sanidad, y Antonio Sosa, segundo teniente de alcalde y concejal de Residuos, Agua, Playas, Zonas Verdes y otras yerbas.
Niño, un recién llegado a las lides políticas, parece el candidato natural, por ser el primer teniente de alcalde, pero Sosa cuenta con el apoyo mayoritario de Coalición, aunque su nombre también aparece en los sumarios del caso Arona. La bronca para decidir quién ocupará el sillón de Berto se sucede en varios días de reuniones maratonianas en las que participa también el alcalde-dimitido-que-no-acaba-de-dimitir.

Y mientras deciden qué se hace y a quién ponen, el Ayuntamiento sigue empantanado y se suspenden “por inoportunos” los plenos ordinarios.

El de mañana jueves, por ejemplo, ha sido desconvocado.