CERTIFICADO DE RESIDENCIA >

“Vivimos como prisioneros en esta Isla”

MARY CARMEN CAÑADILLA AFECTADA VUELO CERTIFICADO DE RESIDENCIA
Mary Carmen Cañadilla muestra los dos billetes que compró. / N.D.

NICOLÁS DORTA | Adeje

La madre de Mary Carmen Cañadilla acababa de morir. Era el 26 de octubre y esta vecina de playa de Las Américas, andaluza y residente en Canarias desde 1979, tenía que coger un vuelo relámpago para asistir al entierro. Lo que no sabía es que este viaje le costaría más de 400 euros, únicamente el trayecto de ida, desde la isla, por el aeropuerto Tenerife Norte, a Sevilla.

Asegura que la compañía con la que viajaba, Air Europa, se negó a embarcarla porque en ese momento, con las prisas, no tenía el certificado de residencia que se exige a partir del 1 de septiembre. A pesar de que esta vecina había comprado el billete, olvidó el papel (obligatorio presentar junto al billete para acogerse al 50% de descuento en los desplazamientos por mar y aire, según estableció el Gobierno del Estado) y en el aeropuerto le negaron el embarque.

Ante esta circunstancia tuvo que adquirir otro viaje que le costó 391 euros, más los 59 euros del billete inicial. Un dinero que no tenía y una amiga se lo facilitó. “Me enviaron a un mostrador y me decían lo mismo, que tendrían que comprar un billete nuevo si quería volar, a pesar de que sabía que mi DNI pone que llevo más de 30 años en Canarias y que el billete inicial lo había adquirido con ese descuento”, explica esta ciudadana.

Mary Carmen, que es además presidenta de una comunidad de propietarios en la zona de San Eugenio alto, critica la falta de sensibilidad de la compañía aérea, con una situación en la que debería “existir excepción porque las cosas no deben ser ni blancas ni negras”, dijo. “No tenía problemas en enviarles el certificado de residencia al día siguiente pero se negaron”, añade esta vecina.

Al respecto, la afectada solicita a las administraciones públicas que “hagan algo”, “se impliquen”, para “contemplar excepciones en casos de esta clase”. Para Mary Carmen Cañadilla, “vivimos prisioneros en la Isla y las comunicaciones con el exterior cada vez se hacen más caras y complejas”. “Hacen lo que quieren con nosotros”, concluye.