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Zapatos que son la leche – Por David Sanz

Bravo por Manolo Blahnik. Una autoridad internacional en el mundo de la moda. El palmero más universal que pisa hoy la tierra, gracias a su talento para hacer feliz a una mujer endosándole unos zapatos que pueden rondar los 600 euros. ¡Qué extraño es el mundo! ¿O las mujeres? No sé, pero más raro todavía me parece el mundo de los negocios. Hace un par de años leí en la edición española de The Wall Street Journal que los principales ejecutivos de la marca de zapatos de Manolo Blahnik, dos tipos de Connecticut, habían puesto en el mercado una marca de leche y vendían el litro a unos cinco dólares. Al parecer, el elevado coste de la leche responde a que las vacas habitan en una especie de balneario de lujo, con la mejor y más sana alimentación y “sin una mosca alrededor”, comentaban orgullosos los propietarios. El periodista que daba la noticia destacaba la capacidad de estos empresarios para vender tanto los zapatos como la leche a unos precios siderales. ¿Qué tienen que ver las vacas o la leche con el calzado femenino? Nada, o casi nada. Pero en lo que concuerdan ambos productos es en la excelencia, la exclusividad y la calidad de los mismos.

Valores simbólicos, intangibles, pero que marcan la diferencia frente a lo corriente. Los manolos no son unos simples zapatos. Suena hasta feo decirlo así. Son un símbolo y el mercado, por lo visto, es semiótica pura y dura. Ha sido muy entrañable el gesto que ha tenido el diseñador palmero de donar el dinero del Premio Nacional de Diseño de Moda (30.000 euros) a la gente que lo está pasando peor en su isla natal. Esto pone de relieve que, pese a que tiene su residencia en Londres desde hace más de cuatro décadas, no ha roto nunca el cordón umbilical que lo une a La Palma, donde viene con más frecuencia de la que se cree al mítico Hotel Florida, que ha restaurado. A Manolo Blahnik, Hijo Predilecto de La Palma desde el año 2001, siempre se le ha pedido un esfuerzo para contribuir con la Isla. Un Museo de su firma de zapatos, por ejemplo, es una de las sugerencias que más se escuchan en la calle. Estaría bien, la verdad. Pero creo que la mejor herencia o enseñanza que podemos recibir de este creador es su apuesta por la distinción y la calidad. Es verdad que en todo ello hay buenas dosis de talento y algo de suerte. Pero merece la pena intentarlo, sobre todo cuando La Palma tiene la materia prima para conseguirlo.