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Acuarelas de Miguel González, en el Círculo – Joaquín Castro

En el Círculo de Amistad XII de Enero se puede visitar hasta el 14 de diciembre una exposición del pintor Miguel González, un conjunto de obras donde la luz y el color imprimen carácter a cada uno de sus trabajos.

“Que los hombres, a través del arte, comprendiesen cuán bella es una flor junto al sendero, cuán encantadoras son las trenzas de una muchacha junto a su pequeño cuello redondo, y los rayos del sol que tocan una naricilla…”. Así decía Carl Larsson del arte y su contemplación. Creo que este es el sentimiento que ha movido a Miguel González en la génesis y preparación de esta exposición. La ha estudiado y trabajado concienzudamente.

Hacer una valoración de la acuarela de este pintor es algo difícil, pues su trabajo es fiel reflejo de lo que su alma de artista posee, y de su gran amor a la naturaleza. Su obra es limpia, colorista, fresca, dedicada preferentemente al paisaje. Acuarelas que cubren las referencias, con sentido liberador del detalle, a base de poner énfasis en lo imprescindible, suma de manchas y dicciones definidoras que otorgan resultados que cabe catalogar dentro de una pintura de sentimientos que, por si fuera poco, permite adivinar en el pintor un sentido embellecedor que refleja la sensibilidad pictórica.

La obra de Miguel, a lo largo de su trayectoria, que hemos ido siguiendo, es de constante superación y producto de un impulso interior que le lleva a plasmarlo en su pintura con total dedicación, manteniéndose en una línea de coherente progreso que no deja indiferente la retina más exigente del entendido.

Con cierta exuberancia, el pintor, interesado por la luz y el color, se inspira en la naturaleza, pero su pintura transciende la realidad circundante, sólida pincelación que utiliza el trazo como elemento vertebrador, donde logra sensaciones y contrastes que, con el fluir y refluir del espíritu, transmite la vida misma, logrando llevarla a su obra.

La pintura de Miguel González es fiel reflejo de su calidad humana, sinceridad, honestidad, criterios acertados encuentran acomodo en su obra. La pintura es para él goce y placer, entrega y pasión. Ama la acuarela por encima de todo.

Es pintor de amplio registro, sus preferencias se inclinan por el paisaje, aunque no desdeña trabajos como los que presenta en esta exposición, el retrato del mendigo, la mujer hindú pidiendo la rupia, un bello desnudo…

Se complace en describir calles del pueblo sureño de San Miguel, balcones canarios, torres de iglesias, la de La Concepción de La Laguna y la de Los Silos, plazas como la del Adelantado con su fuente recién restaurada, la Fuente Morales de Santa Cruz, o el bello escenario de un kiosco de venta de periódicos.

Sobre el dibujo asienta su obra, los viste con los colores que le da su paleta muy rica. Todas sus acuarelas responden a su manera de ser, discurriendo por caminos de serenidad y tranquilidad, con el valor añadido de que sabe transmitir. Son virtudes perfeccionadas por la entrega y por la pasión artística que late en él.

Miguel González nos sorprende con la brillantez de sus soluciones, convirtiendo cada una de sus acuarelas en un puro ejercicio plástico. Pincelada rápida y al tiempo segura, buscando los movimientos, la transparencia atmosférica, haciendo aparecer zonas de color de gran riqueza. Todo en él parece nacer de manera fluida, como algo natural y lógico, con el añadido de la gracia innata, del toque especial y hasta espectacular.