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Alegre y confiada – Por Rafael Zurita Molina

En nuestra infancia, ya bastante alejada, recuerda uno que los días de Navidad comenzaban a percibirse, en natural coincidencia, con las monocordes notas cantadas por infantiles voces que pregonaban los números y premios de la Lotería. Era el preámbulo de los tradicionales villancicos.

Ahora es diferente; no digo si mejor o peor. Otro tiempo. Los fastos navideños comienzan a exteriorizarse -iluminación y ornato de ciudades y pueblos- en los primeros días de diciembre, concurriendo con las dispares y también arraigadas festividades de la Constitución y de la Inmaculada Concepción. Y, además, gozosamente asentados en la alegre y confiada ciudad de Santa Cruz de Tenerife, se resalta la exuberante y colorista estampa que componen los cruceros de turismo atracados en el muelle Sur durante estos otoñales días. Ciudad alegre y confiada es el título de la conferencia que el 9 de enero de 2006 pronunció en el Círculo de Amistad XII de Enero mi querido y admirado amigo Luis Cola. Me permití tomarlo para esta ocasión, atendiendo al contenido de ciertos comentarios que me parecieron, como diría Van Gaal, el que fuera entrenador del Barcelona: ¡siempre negativo, nunca positivo! Y, al margen de personales ideas y proyectos que cada cual pueda tener y expresar, siempre respetables, no lo es tanto, estimo, cuando se introducen agravios comparativos. Razón por la que opté quedarme con las palabras del actual cronista de la ciudad, que “califican a Santa Cruz, a nuestro Santa Cruz del alma -dice-, como ciudad alegre y confiada”.

Algunas más caben en este espacio: “La historia nos dice que cuanto ha logrado, sea ello poco o mucho, lo ha sido con su propio esfuerzo, paso a paso, a veces en soledad y casi siempre con dificultad y sufrimiento. También es cierto que, a veces, algunos de sus logros han respondido más al impulso o a iniciativas de unos pocos que a sentimiento o ansia alguna de preponderancia. Jamás ha recurrido a despojar a otros para adornarse con galas ajenas”. Y también estas otras: “Si algo ha caracterizado a Santa Cruz, y a Tenerife, a lo largo de su historia, ha sido precisamente, su generosidad para con los demás, con las otras islas y con la patria común, (…) la generosidad de la ciudad hace que a la provincia se le llame desnudamente Tenerife, lo que Santa Cruz acepta de forma natural”.

Como epílogo, termino con unos versos de nuestro preeminente vate Pedro García Cabrera, en su Canto a Santa Cruz: … / Has llegado hasta aquí, ciudad sin tacha, / mirador de la mar, mordiendo el fruto / maduro de sirenas y de afanes / en el silencio de tus propias manos”.